Página 342 - El Ministerio de Publicaciones (1997)

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El Ministerio de Publicaciones
que las verdades solemnes y sagradas que el Señor me ha confiado
puedan entregarse a la gente. Me sentiré agradecida si mis libros
pueden circular en la forma como el Señor desea que circulen.
He entregado a la obra, y continúo haciéndolo, todo el dinero
recibido como derechos de autor de mis libros traducidos y vendidos
en países extranjeros. Esto significa una ofrenda anual de cientos de
dólares.—
Carta 43, 1903
.
Precios reducidos en ocasiones especiales
—Estoy muy deseo-
sa de que la luz contenida en mis libros llegue a todas las personas
posibles; porque Dios ha enviado el mensaje para todos. Estos libros
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contienen lecciones preciosas para la experiencia cristiana. No me
atrevería a prohibir que estos libros se vendan en ocasiones especia-
les a bajo precio, por temor a estorbar su lectura, y así retener la luz
de algunas almas que así podrían convertirse a la verdad. No tengo
ninguna limitación que imponer acerca de la circulación de nuestros
libros. Que la luz se coloque sobre el candelero para que alumbre a
todos en la casa.—
Testimonies for the Church 9:74, 75
.
Los libros de E. G. de White siguen viviendo
—A veces al-
guien pregunta: “¿Qué sucedería si la Sra. White muriera?” Mi
respuesta es: “Los libros que he escrito no morirán. Son un testigo
viviente de lo que dicen las Escrituras”.—
Carta 55, 1905
.
Dedico todo mi tiempo a la preparación del libro
El ministerio
de curación
y a ciertos temas referentes al campo del sur, para el
próximo tomo de
Testimonies
. Espero que cuando estos libros se
publiquen pueda descargarme de una parte de las preocupaciones
que ahora me agobian, porque así el conocimiento de la luz que
Dios me ha dado se colocará donde la gente pueda recibirlo. Si las
verdades que se enseñan en el
Ministerio de curación
se pusieran en
práctica, se manifestaría un interés religioso genuino en los enfermos
y los afligidos en nuestros sanatorios. Aunque mi vida se acabe, estos
libros vivirán y enseñarán la verda
.—
Carta 85, 1905
.
Cerca de su silla, sobre una mesa, había varios de los libros que ella había escrito.
Ella solía tomar a menudo algunos de esos libros y mirarlos, y parecía deleitarle el tenerlos
cerca. Como una madre afectuosa con sus hijos era ella con estos libros durante su última
enfermedad. Varias veces, cuando la visitaban, se la veía con dos o tres de esos libros en
su regazo. “Aprecio estos libros como nunca antes -señaló en una oportunidad—. Ellos
son verdad, y son justicia, y constituyen un testimonio permanente de que Dios es verdad”.