Página 361 - El Ministerio de Publicaciones (1997)

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Publicaciones para los hogares adventistas
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revista misionera, y el efecto sobre padres e hijos será positivo. Du-
rante las largas noches invernales, que los padres cuiden que todos
sus hijos estén en el hogar, y dediquen tiempo a la lectura de las Es-
crituras y a inculcarles principios rectos. Elegid al mejor lector para
que lea en voz alta, mientras otros miembros de la familia se dedican
a ocupaciones útiles. Así estas veladas hogareñas pueden hacerse
agradables y provechosas. La lectura pura y saludable será para la
mente lo que el alimento sano es para el cuerpo. Os volveréis más
fuertes para resistir la tentación, para formar hábitos correctos y para
obrar motivados por principios rectos.—
The Review and Herald, 26
de diciembre de 1882
.
Los padres deben controlar los hábitos de lectura de los hi-
jos
—Muchos jóvenes anhelan tener libros. Leen cualquier cosa que
pueden obtener. Apelo a los padres de tales niños para que controlen
su deseo de lectura. No permitan que sobre sus mesas haya revistas
y diarios que contengan historias de amor. Deben reemplazarlas con
libros que ayuden a los jóvenes a incluir en el edificio de su carác-
ter el mejor material: el amor y el temor de Dios, el conocimiento
de Cristo. Estimulad a vuestros hijos a almacenar valiosos conoci-
mientos en la mente, a que lo bueno ocupe su alma, controle sus
facultades, no dejando lugar para pensamientos bajos y degradantes.
Reprimid el deseo de leer cosas que no proporcionan buen alimento
a la mente.
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Los padres deben esforzarse por mantener fuera del hogar toda
influencia que no redunde para bien. En este asunto, algunos padres
tienen mucho que aprender. A los que se sienten libres para leer
revistas de cuentos y novelas quisiera decirles: Estáis sembrando
una semilla cuya cosecha no os interesará recoger. De esa lectura
no se puede obtener fuerza espiritual. Más bien destruye el amor
hacia la verdad pura de la Palabra. Por el intermedio de las novelas
y revistas de cuentos, Satanás está obrando para llenar con pensa-
mientos irreales y triviales, las mentes que debieran estar estudiando
diligentemente la Palabra de Dios. Así está robando a miles y miles
el tiempo, la energía y la disciplina propia que exigen los severos
problemas de la vida.
Los niños necesitan lectura apropiada que los divierta y recree,
sin desmoralizar la mente ni cansar el cuerpo. Si se les enseña
a aficionarse a lo romántico y a los cuentos que aparecen en los