Página 370 - El Ministerio de Publicaciones (1997)

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El Ministerio de Publicaciones
todo el mundo haya sido amonestado. Entonces vendrá el fin.—
The
Review and Herald, 5 de julio de 1906
.
Un mensaje de vida y muerte
—El mensaje del tercer ángel
debe predicarse con poder. El poder de la proclamación del primer y
segundo mensajes debe intensificarse en el tercero. Juan, al referirse
en el Apocalipsis al tercer mensajero, dice: “Después de esto vi a otro
ángel descender del cielo con gran poder; y la tierra fue alumbrada
con su gloria. Y clamó con voz potente, diciendo: Ha caído, ha
caído la gran Babilonia, y se ha hecho habitación de demonios y
guarida de todo espíritu inmundo, y albergue de toda ave inmunda y
aborrecible”.
Apocalipsis 18:1, 2
. Corremos el riesgo de proclamar
el mensaje del tercer ángel en forma tan vaga que no impresione a
la gente...
Nuestra guerra es agresiva. Tenemos ante nosotros, sí, y también
sobre nosotros, tremendos asuntos. Oremos a Dios para que los
cuatro ángeles continúen conteniendo los cuatro vientos para que
no soplen y hieran o destruyan hasta que se haya dado la última
advertencia al mundo. Luego trabajemos en armonía con nuestras
oraciones. Que nada disminuya la fuerza de la verdad para este
tiempo. La verdad presente debe ser nuestra carga. El mensaje del
tercer ángel debe efectuar su obra de separar de las iglesias a un
pueblo que se ponga en la plataforma de la verdad eterna.
Nuestro mensaje es un mensaje de vida o muerte, y debemos
dejar que aparezca tal como es, el gran poder de Dios. Debemos
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presentarlo con toda su fuerza. Entonces el Señor hará que sea
eficaz. Tenemos el privilegio de esperar grandes cosas, incluso la
manifestación del Espíritu de Dios. Este es el poder que convencerá
y convertirá las almas.—
Testimonies for the Church 6:60, 61
.
El ángel de las publicaciones de
Apoclipsis 18
—Las páginas
impresas que salen de nuestras casas de publicación, deben preparar
a un pueblo para ir al encuentro de su Dios. En el mundo entero,
estas instituciones deben realizar la misma obra que hizo Juan el
Bautista en favor de la nación judaica. Mediante solemnes mensajes
de amonestación, el profeta de Dios arrancaba a los hombres de sus
sueños mundanos. Por su medio, Dios llamó al arrepentimiento al
apóstata Israel. Por la presentación de la verdad desenmascaraba
los errores populares. En contraste con las falsas teorías de su tiem-
po, la verdad resaltaba de sus enseñanzas con certidumbre eterna.