Página 48 - El Ministerio de Publicaciones (1997)

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El Ministerio de Publicaciones
Presentemos con claridad los temas del gran conflicto—
El
gran conflicto que Satanás hizo estallar en los atrios celestiales
terminará antes de mucho. Pronto todos los habitantes de la tierra se
habrán decidido en favor o en contra del gobierno del cielo. Como
nunca antes, Satanás está desplegando su potencia engañosa para
seducir y destruir a toda alma que no está precavida. Se nos ordena
invitar a los hombres a que se preparen para los acontecimientos que
los esperan. Debemos advertir a los que se hallan expuestos a una
destrucción inminente. El pueblo de Dios debe desplegar todas sus
fuerzas para combatir los errores de Satanás y derribar sus fortalezas.
Debemos explicar en el mundo entero, a todo ser humano que quiera
escucharnos, los principios que están en juego en esa gran lucha,
principios de los cuales depende el destino eterno de las almas.
Debemos preguntar a todos solemnemente: “¿Sigue usted al gran
apóstata en su desobediencia a la ley de Dios, o al Hijo de Dios
quien declara: ‘He guardado los mandamientos de mi Padre’?”
Tal es la tarea que está delante de nosotros. Para cumplirla han
sido establecidas nuestras casas editoriales. Esta es la obra que el Se-
ñor desea ver realizarse por sus esfuerzos.—
Joyas de los Testimonios
3:143
.
Cumplamos las responsabilidades del “otro ángel”—
Es tam-
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bién, en gran medida, por medio de nuestras imprentas como debe
cumplirse la obra de aquel otro ángel que baja del cielo con gran
potencia y alumbra la tierra con su gloria.
La responsabilidad que recae sobre nuestras casas editoriales es
solemne. Los que dirigen estas instituciones, los que redactan los
periódicos y preparan los libros, alumbrados como están por la luz
del plan de Dios y llamados a amonestar al mundo, son tenidos por
responsables de las almas de sus semejantes. A ellos, como a los
predicadores de la Palabra, se aplica el mensaje dado antaño por Dios
a su profeta: “Tú pues, hijo del hombre, yo te he puesto por atalaya
a la casa de Israel, y oirás la palabra de mi boca, y los apercibirás
de mi parte. Diciendo yo al impío: Impío, de cierto morirás; si tú
no hablares para que se guarde el impío de su camino, el impío
morirá por sus pecados, mas su sangre yo la demandaré de tu mano”.
Ezequiel 33:7, 8
.
Nunca se ha aplicado este mensaje con tanta fuerza como hoy.—
Joyas de los Testimonios 3:142
.