48
El Ministerio de Publicaciones
así se establecería un orden de cosas enteramente contrario a la luz
de su palabra. Los que confían en su propia sabiduría harán planes
para llevar a cabo su ideas especiales. Esto producirá resultados
[59]
desfavorables para el progreso de la causa de Dios. Hay quienes se
dedican a modelar y configurar las cosas siguiendo su propio jui-
cio pervertido, cuando ha sido claramente revelado que sus propios
corazones deben ser ablandados y disciplinados bajo la influencia
controladora de Dios. ¿Cómo podría ser seguro permitir que tales
hombres ejerzan control sobre nuestras decisiones?
Una gran obra corre el riesgo de ser desfigurada y afeada por
los planes humanos. Está en peligro de ser deformada por hombres
que no han colocado su fundamento sobre la Roca eterna. Pueden
considerar que algunas cosas están bien y que otras están totalmente
mal, siguiendo las influencias que obran sobre ellos con respecto a la
obra. Su visión espiritual defectuosa los induce a adoptar una línea
de conducta que deja a Dios al margen de sus planes. Se apropian
de ideas promovidas por hombres que no han sobrellevado cargas
en los comienzos de la Iglesia Adventista del Séptimo Día.
La obra de Dios se desfiguraría si se dejara en manos de hombres
que razonan guiados por su propio juicio. El orgullo interviene y
rasgos de carácter que no corresponden al carácter de Dios dejan
su estampa en la obra. Las normas administrativas humanas se
consideran sabias, mientras que las normas divinas, peculiares a
los ojos del mundo, se estiman como necedad. Así se dejará una
marca en la obra que no parecerá objetable, pero que de todos modos
recibirá la desaprobación de Dios.—
Carta 26, 1899
.
Una institución entre otras—
Dios obra por medio de instru-
mentos, o segundas causas. El emplea el ministerio evangélico, la
obra médica misionera y las publicaciones que contienen la verdad
presente para impresionar los corazones. Todos estos elementos ad-
quieren eficacia por medio de la fe. Cuando la verdad es escuchada o
leída, el Espíritu Santo la graba profundamente en los que escuchan
y leen con un ferviente deseo de conocer lo que es recto. El ministe-
rio evangélico, la obra médica misionera y nuestras publicaciones
son los instrumentos de Dios. Ninguna ha de reemplazar al otro.—
El
Evangelismo, 398
.
[60]
[61]