Propósito de Dios para la obra de publicaciones
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su mente amoldada por Dios mediante los recursos que él mismo
proveyó. Todos deben ser instruidos en las cosas de la Biblia; deben
estar arraigados y fundados en los principios de la verdad, a fin de
permanecer en el camino del Señor para obrar en él con justicia y
discernimiento.
Realícense todos los esfuerzos posibles para despertar y estimu-
lar el espíritu misionero. Es necesario que los obreros tengan un
sentido del alto privilegio que Dios les concede de ayudarle en esta
última obra de salvación. Aprenda cada uno a trabajar para salvar a
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sus semejantes donde se encuentre; aprendan todos a buscar en la
Palabra de Dios instrucción en todos los ramos del esfuerzo misio-
nero. Entonces, a medida que la Palabra de Dios les sea comunicada,
proporcionará a su mente sugestiones para trabajar de modo que
obtendrán para el Señor los mejores frutos de todas las partes de su
viña.—
Joyas de los Testimonios 3:146-149
.
Instituciones misioneras con espíritu misionero—
En la pro-
videncia de Dios tenemos instituciones establecidas entre nosotros
para promover la promulgación de la verdad, pero no alcanzan el
grado de eficiencia que podrían obtener si los obreros fueran entera-
mente consagrados a Dios...
Estos instrumentos son instituciones misioneras. El Señor desea
que sean una potencia en favor del bien; y si todos los que están
conectados con ellas son consagrados, si son mansos y humildes
de corazón, Cristo les dará lecciones muy valiosas en su escuela.
Nuestras instituciones que se ocupan de la salud, nuestras casas
editoras, nuestros colegios, todos debieran trabajar en armonía para
llevar a cabo el propósito de Dios; y todo lo que se relaciona con
las instituciones debiera tender hacia una reforma. Los mensajeros
y auxiliares debieran poseer el verdadero espíritu misionero como
principio permanente, que se manifiesta cada día; porque se en-
cuentran en un campo que requiere la clase más elevada de trabajo
misionero. Nuestras instituciones, debidamente dirigidas, ejercerán
una abarcante influencia, y si los administradores y obreros son
cristianos, serán luces brillantes.—
Carta 74, 1896
.
Sigamos las normas divinas y no las mundanas—
Se me mos-
tró que la obra de publicaciones se dispuso y estableció bajo la
supervisión especial de Dios. Los que están relacionados con esta
obra, también deben estar bajo la supervisión de Dios, si no fuera