Capítulo 5—Una obra sagrada
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Proclámese el mensaje divino a todo el mundo—
Se me ha
pedido que declare a nuestras casas editoras: Elevad el estandarte;
elevadlo. Proclamad el mensaje del tercer ángel, para que todo el
mundo lo oiga, y sepa que hay un pueblo que “guarda los manda-
mientos de Dios y tiene el testimonio de Jesucristo”. Que nuestras
publicaciones presenten el mensaje como testimonio a todo el mun-
do.
Ahora, como nunca antes, la magnífica y admirable obra de este
mensaje debe llevarse adelante. El mundo debe recibir la luz, y
muchos conocerán la verdad por medio del ministerio evangelizador
de la palabra en nuestros libros y revistas. Nuestros periódicos deben
ser distribuidos por hombres y mujeres de toda posición social y
profesión. Los jóvenes y los adultos deben desempeñar una parte.
Estas publicaciones deben demostrar que el fin de todas las cosas
está cerca.
Podría decirse que hemos estado dormidos en lo que respecta
a este asunto. Hagamos ahora circular la palabra con determinada
energía, para que el mundo pueda comprender los mensajes que
Cristo dio a Juan en la Isla de Patmos.
Que todos los que profesan el nombre de Cristo desempeñen
una parte en la proclamación del mensaje. “El fin de todas las co-
sas está cerca”; “prepárate para encontrarte con tu Dios”. Nuestras
publicaciones debieran ir a todas partes. La circulación de nuestras
revistas debiera aumentar mucho. El mensaje del tercer ángel de-
biera proclamarse por medio de las publicaciones evangélicas y del
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predicador viviente. Vosotros los que creéis en la verdad para este
tiempo, despertad. Tenemos el deber de emplear todos los recursos
posibles para ayudar en la proclamación de la verdad. Cuando viaja-
mos en los medios de transporte, visitamos, platicamos con nuestros
vecinos -en cualquier parte donde estemos- hagamos brillar nuestra
luz. Entreguemos revistas y folletos a las personas con quienes nos
relacionamos, y digamos lo que convenga, mientras oramos que el
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