Una obra sagrada
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Espíritu Santo haga que la semilla produzca fruto en algunos co-
razones. Esta obra será bendecida por Dios.—
Special Testimonies,
Publishing Work, 231, 232
.
Carácter sagrado de las instituciones de Dios—
Son muchos
los que no hacen ninguna distinción entre una empresa comercial
común, un taller, una fábrica o un campo de cereal, y una institución
establecida especialmente para promover los intereses de la causa de
Dios. Sin embargo existe la misma distinción que Dios estableció en
tiempos antiguos entre lo sagrado y lo común, lo santo y lo profano.
El desea que cada obrero de nuestras insituciones discierna y aprecie
esta distinción. Los que ocupan un puesto en nuestras editoriales
gozan de muy alto honor. Tienen un cargo sagrado. Están llamados a
colaborar con Dios. Deben apreciar la oportunidad que significa estar
tan estrechamente relacionados con los instrumentos celestiales,
deben sentir que tienen un alto privilegio al poder dar a la institución
del Señor su capacidad, su servicio y su vigilancia incansable. Deben
tener un propósito vigoroso, una aspiración sublime y mucho celo
para hacer de la casa editora exactamente lo que Dios quiere que
sea: una luz en el mundo, un fiel testimonio para él, un monumento
recordativo del sábado del cuarto mandamiento.—
Testimonies for
the Church 7:179
.
Hay que tomar en cuenta a Dios en todas las actividades de la
vida. El se interesa en todas las empresas. Pero manifiesta interés
especial en los diversos ramos de su obra y en las instituciones
dedicadas a su promoción. Las casas editoras por medio de las
cuales la verdad debe proclamarse al mundo, son sagradas en su
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servicio.—
The Review and Herald, 1 de julio de 1902
.
La casa editora pertenece a Dios—
¿Dónde están los monu-
mentos especiales de la obra de Dios entre los hombres, si no en
nuestras instituciones, que son sus medios para preservar el conoci-
miento de su honor y gloria, para que su nombre sea temido? La casa
editora ha sido solemnemente dedicada a Dios. Debiera considerarse
como propiedad del Señor, un lugar en el que se está lleva a cabo su
obra y en el que los hombres deben andar rectamente, desposeídos
de egoísmo y codicia, que son idolatría.
Si después de un período adecuado de prueba se llega a la con-
clusión de que algunos obreros no demuestran una consideración
consciente por las cosas sagradas; si menosprecian a los mensajeros