Página 73 - El Ministerio de Publicaciones (1997)

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Normas espirituales elevadas para los obreros de Dios
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Una experiencia religiosa genuina se extiende e intensifica. El
progreso continuo, el aumento de conocimiento y poder en la palabra
de Dios, es el resultado natural de una conexión vital con Dios. La
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luz del santo amor aumentará su resplandor hasta que alcance el
brillo del día perfecto. El Hno. P tuvo el privilegio de tener una
experiencia como ésta; pero no ha tenido el aceite de la gracia en
su lámpara, y su luz se ha estado apagando. Si no efectúa pronto
un cambio decidido, llegará al punto en que ninguna advertencia o
ruego podrán surtir efecto sobre él. Su luz se apagará y él quedará
en tinieblas, y será dejado en desesperación.—
Testimonies for the
Church 5:411-413
.
Los que no son consagrados debieran separarse de la obra
No debiera conservarse en una institución del Señor, cualquiera
que sea, a nadie que en un momento difícil no comprenda que
estas instituciones son sagradas. Si los empleados no encuentran
placer en la verdad, si su relación con la institución no los hace
mejores, si no crea en ellos ningún amor por la verdad, entonces,
después de un tiempo de prueba suficiente, separadlos de la obra,
porque su impiedad y su incredulidad ejercen una influencia sobre
los demás. Por su medio, los malos ángeles trabajan para desviar
a quienes ingresan en la institución como aprendices. Debéis tener
como aprendices a jóvenes promisorios que amen a Dios. Mas si los
ponéis con otros que no tengan amor por Dios, están constantemente
expuestos al peligro por esta influencia irreligiosa. Los espíritus
mundanos, los que se entregan a la maledicencia, los que se deleitan
en conversar de las faltas ajenas sin pensar en las propias, deben
quedar separados de la obra.—
Joyas de los Testimonios 3:186
.
¿Debiera darse empleo permanente a los incrédulos?
Todos los que trabajan en las instituciones establecidas por el Señor
debieran estar consagrados a Dios con alma, cuerpo y espíritu. Nadie
que sea un incrédulo debiera permanecer empleado en forma perma-
nente. Todos deben pasar por un período de prueba. A nadie cuya
mente no esté controlada por el Espíritu Santo debiera permitírsele
manejar la obra sagrada de Dios, porque el enemigo traza planes para
inducir a esas personas a hacer cosas que perjudicarán la obra, y que
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podrían resultar en grandes pérdidas y estorbos. Si tales personas,
por causa de una necesidad son empleadas en la obra por un tiempo,
y si después de haber tenido oportunidad de conocer la verdad no