Página 79 - El Ministerio de Publicaciones (1997)

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Requisitos habilitantes para la obra y la eficiencia
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que conozca todas las fases del trabajo. Hay algunos que conocen
las tareas de impresión, pero fallan rotundamente en don de man-
do. Otros hacen lo mejor que pueden, pero son inexpertos y no
comprenden la obra de publicaciones. Sus ideas a menudo son estre-
chas. No saben cómo satisfacer las exigencias de la causa, y como
resultado son incapaces de estimar las ventajas y desventajas que
podría tener la ampliación de su trabajo. También corren el riesgo
de juzgar mal, de hacer cálculos errados y de estimar incorrectamen-
te. Se han producido pérdidas como resultado de no haber hecho
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estimaciones adecuadas y de no haber aprovechado las oportunida-
des de promover la obra de publicaciones. En una institución como
ésta, pueden perderse miles de dólares debido a cálculos efectuados
por personas incompetentes. El Hno. P tenía habilidades en cierto
sentido para comprender y estimar debidamente los intereses de
la obra de publicaciones, pero su influencia era perjudicial para la
institución.—
Testimonies for the Church 5:414, 415
.
Hay que exaltar los principios y no la política egoísta
—La
norma de conducta que adoptan los hombres de negocios del mundo,
no es la que deben elegir y poner en práctica los obreros de nuestras
instituciones. Las normas egoístas no se originan en el cielo, sino en
la tierra. El lema principal que impera en el mundo es: “El fin justi-
fica los medios”, y éste puede detectarse en todos los departamentos
de las empresas comerciales. Posee una influencia controladora en
todos los estratos sociales, en los solemnes concilios de las naciones
y en cualquier parte donde el Espíritu de Cristo no es el mentor que
dirige. La prudencia y la precaución, el tacto y la habilidad, son do-
nes que debieran ser cultivados por cada persona relacionada con la
casa editora y por los que sirven en nuestro colegio y sanatorio. Pero
las leyes de justicia y equidad no deben ponerse de lado, y no debe
imponerse la norma de que cada uno debe colocar en la cima del
éxito su departamento de trabajo en la obra en menoscabo de otros
departamentos. Debieran protegerse cuidadosamente los intereses
de todos para que nadie atropelle los derechos de los demás. En el
mundo, el dios de las empresas comerciales suele ser el dios del
fraude; pero no debe ser así con los que tratan la obra del Señor. La
norma del mundo no debe ser la norma de los que se relacionan con
las cosas sagradas...