El llamado de Dios a la reforma, 20 de abril
E irá delante de él con el espíritu y el poder de Elías, para hacer volver los corazones de los padres a los hijos, y de los
rebeldes a la prudencia de los justos, para preparar al Señor un pueblo bien dispuesto.
Lucas 1:17
.
Juan el Bautista salió con el espíritu y el poder de Elías, para preparar el camino del Señor, y para hacer volver el pueblo a la
sabiduría de los justos. Él fue un representante de los que viven en estos últimos días, a quienes Dios ha confiado verdades sagradas
para presentar delante del pueblo con el propósito de preparar el camino para la segunda aparición de Cristo.—
RA, 83
.
Aquellos que tienen que preparar el camino para la segunda venida de Cristo están representados por el fiel Elías, así como Juan
vino en el espíritu de Elías para preparar el camino para el primer advenimiento de Cristo. Debe debatirse el gran tema de la reforma
y la mente del público tiene que ser despertada. La temperancia en todas las cosas ha de relacionarse con el mensaje, para apartar al
pueblo de Dios de su idolatría, su glotonería, y su extravagancia en la vestimenta y en otras cosas.
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Debe presentarse a la gente la abnegación, la humildad y la temperancia requeridas de los justos, a quienes Dios conduce y
bendice en forma especial, en contraste con los hábitos extravagantes y destructores de la salud de aquellos que viven en esta era
degenerada. Dios ha mostrado que la reforma pro salud está tan estrechamente relacionada con el mensaje del tercer ángel como
la mano lo está con el cuerpo. En ninguna parte se encontrará una causa tan grande de degeneración física y moral como en el
descuido de este importante tema. Las personas que complacen el apetito y la pasión, y cierran sus ojos a la luz por temor de ver
complacencias pecaminosas que no están dispuestos a abandonar, son culpables ante Dios...
La Providencia ha estado guiando al pueblo de Dios para que se aparte de los hábitos extravagantes del mundo, lejos de la
indulgencia del apetito y la pasión, para abrazar los principios de la abnegación y la temperancia en todas las cosas. El pueblo a
quien Dios está dirigiendo será un pueblo peculiar. No serán como el mundo. Pero si siguen las instrucciones de Dios cumplirán sus
propósitos, y cederán su voluntad a la voluntad divina. Cristo morará en el corazón. El templo de Dios será santo. Su cuerpo, dice el
apóstol, es el templo del Espíritu Santo.—
Testimonies for the Church 3:72, 73
.
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