Página 24 - Maranata

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Los juicios de Dios sobre la Tierra, 17 de enero
Desfalleciendo los hombres por el temor y la expectación de las cosas que sobrevendrán en la tierra.
Lucas 21:26
.
¡Oh, si el pueblo de Dios tuviera conciencia de la inminente destrucción de miles de ciudades ahora casi entregadas a la idolatría!
No hace mucho tiempo, una escena muy impresionante pasó delante de mí. Vi un inmenso globo de fuego cayendo entre algunas
hermosas mansiones y causando su instantánea destrucción. Escuché a alguien decir: “Nosotros sabíamos que los juicios de Dios
vendrían sobre la tierra, pero no sabíamos que vendrían tan pronto”. Otros dijeron: “¿Vosotros lo sabíais? Entonces, ¿por qué no nos
lo dijisteis? Nosotros no lo sabíamos”...
[26]
Pronto penosas aflicciones sobrevendrán entre las naciones: Una angustia que no cesará hasta la venida de Jesús. Como nunca
antes necesitamos apresurarnos a servir juntos a Aquel que ha preparado su trono en los cielos y cuyo reino gobierna sobre todos.
Dios no ha desamparado a su pueblo, y nuestra fuerza depende de no separarnos de él.
Los juicios de Dios están en la tierra. Las guerras y los rumores de guerras, la destrucción por fuego e inundación, dicen
claramente que el tiempo de angustia, el cual irá en aumento hasta el fin, está cerca, a las puertas. No tenemos tiempo que perder. El
mundo está perturbado por el espíritu de la guerra. Las profecías del capítulo once de Daniel casi han alcanzado su cumplimiento
final.
El viernes pasado, de mañana, justamente antes de levantarme, se presentó delante de mí una escena muy impresionante. Me
parecía que me había despertado de dormir, pero no en mi hogar. Por las ventanas yo podía observar una terrible conflagración.
Grandes esferas de fuego se desplomaban sobre las casas, y desde esas bolas de fuego, saetas ígneas volaban en toda dirección. Era
imposible dominar los incendios que se iniciaban y muchos lugares estaban siendo destruidos.—
El Ministerio de la Bondad, 141,
142
.
Las ciudades de las naciones serán tratadas con estrictez, y sin embargo, no serán visitadas con la extrema indignación de
Dios, porque algunas almas renunciarán a los engaños del enemigo, y se arrepentirán y convertirán, mientras que las masas estarán
atesorando ira para el día de la ira.—
EE, 25
.
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