Página 366 - Maranata

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Cielos nuevos y Tierra nueva, 9 de diciembre
Nosotros esperamos, según sus promesas, cielos nuevos y tierra nueva, en los cuales mora la justicia.
2 Pedro 3:13
.
Los pies de los malvados nunca profanarán la tierra renovada. Del cielo descenderá fuego de Dios para devorarlos y quemarlos:
raíz y rama. Satanás es la raíz y sus hijos las ramas.—
Primeros Escritos, 51, 52
.
El mismo fuego proveniente de Dios que consumió a los impíos purificó toda la tierra. Las desgarradas montañas le derritieron
con el ardiente calor; también la atmósfera y todo el rastrojo fueron consumidos. Entonces nuestra heredad apareció delante de
nosotros, gloriosa y bella, y heredamos toda la tierra renovada.—
Primeros Escritos, 54
.
“Vi un cielo nuevo y una tierra nueva; porque el primer cielo y la primera tierra pasaron”.
Apocalipsis 21:1
. El fuego que consume
a los impíos purifica la tierra. Desaparece todo rastro de maldición. Ningún infierno que arda eternamente recordará a los redimidos
las terribles consecuencias del pecado.—
Seguridad y Paz en el Conflicto de los Siglos, 732
.
El mar divide a los amigos; es una barrera entre nosotros y aquellos a los cuales amamos. Nuestras relaciones son interrumpidas
por el ancho e insondable océano. En la tierra nueva no habrá mar ni lugar por donde “andará galera de remos”. En lo pasado muchos
que han amado y servido a Dios estuvieron atados a sus asientos en las galeras, obligados a servir a los propósitos de hombres crueles
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y despiadados. El Señor contempló su sufrimiento con simpatía y compasión. Gracias a Dios, en la tierra renovada no habrá torrentes
impetuosos, ni profundos océanos, ni murmurantes olas que se mueven sin cesar.—
Comentario Bíblico Adventista 7:998, 999
.
Todo lo hermoso de nuestra patria terrenal ha de recordarnos el río de cristal y los campos verdes, los árboles ondeantes y las
fuentes de aguas vivas, la ciudad resplandeciente y los cantores vestidos de blanco de nuestra patria celestial, el mundo de una
belleza que ninguna lengua humana puede describir. “Cosas que ojo no vio, ni oído oyó, ni han subido en corazón de hombre, son
las que Dios ha preparado para los que le aman”.—
Los Hechos de los Apóstoles, 493, 494
.
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