Página 367 - Maranata

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¡Nunca más habrá muerte! 10 de diciembre
Enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor; porque las
primeras cosas pasaron.
Apocalipsis 21:4
.
Cuando entremos en el reino de Dios para pasar allí la eternidad, las pruebas, las dificultades y las perplejidades que tuvimos, se
hundirán en la insignificancia.—
The General Conference Bulletin, 6 de abril de 1903
.
En el hogar de los redimidos no habrá lágrimas, ni cortejos fúnebres, ni indicios de luto. “No dirá el morador: Estoy enfermo;
al pueblo que more en ella le será perdonada la iniquidad”.
Isaías 33:24
. Nos invadirá una grandiosa ola de felicidad que irá
ahondándose a medida que transcurra la eternidad... Penetre nuestra fe a través de toda nube de tinieblas, y contemplemos a Aquel
que murió por los pecados del mundo. Abrió las puertas del paraíso para todos los que le reciban y crean en él. Les da la potestad de
llegar a ser hijos e hijas de Dios. Permitamos que las aflicciones que tanto nos apenan y agravian sean lecciones instructivas, que nos
enseñen a avanzar hacia la meta del premio de nuestra alta vocación en Cristo. Sintámonos alentados por el pensamiento de que el
Señor vendrá pronto. Alegre nuestro corazón esta esperanza...
Vamos hacia la patria. El que nos amó al punto de morir por nosotros, nos ha edificado una ciudad. La Nueva Jerusalén es
nuestro lugar de descanso. No habrá tristeza en la ciudad de Dios. Nunca más se oirá el llanto ni la endecha de las esperanzas
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destrozadas y de los afectos tronchados. Pronto las vestiduras de pesar se trocarán por el manto de bodas. Pronto presenciaremos la
coronación de nuestro Rey. Aquellos cuya vida quedó escondida con Cristo, aquellos que en esta tierra pelearon la buena batalla de
la fe, resplandecerán con la gloria del Redentor en el reino de Dios.
No transcurrirá mucho tiempo antes que veamos a Aquel en quien ciframos nuestras esperanzas de vida eterna. Y en su presencia
todas las pruebas y los sufrimientos de esta vida serán como nada... Alzad los ojos, sí, alzad los ojos y permitid que vuestra fe
aumente de continuo. Dejad que esta fe os guíe a lo largo de la senda estrecha que, pasando por las puertas de la ciudad de Dios, nos
lleva al gran más allá, al amplio e ilimitado futuro de gloria destinado a los redimidos.—
Joyas de los Testimonios 3:433, 434
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