De nuevo a la obra de publicaciones
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nuestra fe. Yo sabía que Dios había obrado en su favor, y reprendí
a la enfermedad; no podíamos pedirle al Señor que hiciera lo que
él ya había hecho. Pero oramos que el Señor llevara adelante su
obra. Repetimos estas palabras: “Tú has oído la oración. Tú has
obrado. Creemos sin ninguna duda. ¡Lleva adelante la obra que tú
has empezado!” Así suplicamos durante horas delante del Señor; y
mientras estábamos orando, mi esposo se quedó dormido, y descansó
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bien hasta la luz del día. Cuando se levantó estaba muy débil, pero
no queríamos fijarnos en las apariencias.
Triunfando por fe
Confiamos en la promesa de Dios, y determinamos andar por fe.
Se nos esperaba en Auburn ese día para recibir el primer número del
periódico. Creíamos que Satanás estaba tratando de obstaculizarnos,
y mi esposo decidió ir, confiando en el Señor. El Hno. Harris alistó el
carruaje, y la Hna. Bonfoey nos acompañó. Mi esposo tuvo que ser
ayudado para subir al carro, y sin embargo con cada kilómetro que
recorríamos aumentaban sus fuerzas. Manteníamos nuestra mente
en Dios, y nuestra fe en constante ejercicio, mientras recorríamos el
camino, en forma pacífica y feliz.
Cuando recibimos la revista toda terminada, y viajamos de nuevo
a Centerport, estábamos seguros de que nos hallábamos en el camino
del deber. La bendición del Señor descansó sobre nosotros. Había-
mos sido grandemente abofeteados por Satanás, pero por medio de
Cristo que nos fortalecía habíamos salido victoriosos. Teníamos un
gran atado de periódicos con nosotros, que contenían la preciosa
verdad para el pueblo de Dios.
Nuestro niño se estaba recuperando, y a Satanás no se le permi-
tió afligirnos de nuevo. Trabajamos desde temprano hasta tarde, a
veces sin tomarnos el tiempo para sentarnos a la mesa para nuestras
comidas. Con un periódico a un lado, comíamos y trabajábamos al
mismo tiempo. Al abusar de mis fuerzas para doblar las grandes
hojas de papel, me acarreé un fuerte dolor de hombro, que por años
no me abandonó.
Estábamos anticipando el viaje al este, y nuestro niño de nuevo
estaba repuesto para viajar. Tomamos el barco para Utica, y allí nos
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despedimos de la Hna. Bonfoey y de mi Hna. Sara y nuestro hijito,