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Notas biográficas de Elena G. de White
tener que trabajar incansablemente con el fin de ayudar a resolver
los problemas que tenían que enfrentar los guardadores del sábado
que eran reclutados para servir en el ejército. Este trabajo le causaba
gran ansiedad y lo afectó emocionalmente, además de desgastar sus
fuerzas físicas. Sus labores como administrador en la sesión de la
Asociación General que se celebró en mayo de 1865 se añadieron a
su agotadora actividad.
A pesar de estar agobiados por el pesado trabajo de las publi-
caciones y por la responsabilidad de tener que velar por todos los
intereses relacionados con la obra en general, el pastor White y
su esposa no encontraban tiempo para descansar. Inmediatamente
después de la sesión de la Asociación General fueron llamados a
Wisconsin y Iowa, en donde tuvieron que enfrentarse con muchas
dificultades. Poco después de regresar a Míchigan le sobrevino una
parálisis parcial. Una información referente a esta enfermedad y
al impulso que indirectamente recibió de la misma el movimiento
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de reforma pro salud, apareció unos meses más tarde, presentada
por la Sra. White, en las ediciones de la
Review del 20 y 27 de
febrero de 1866
. Una porción de ella forma parte del contenido de
este capítulo.
]
La enfermedad del pastor Jaime White
Una mañana, mientras dábamos nuestro paseo habitual antes del
desayuno, entramos en la huerta del hermano Lunt, y mientras mi
esposo trataba de abrir una mazorca de maíz oí un extraño ruido.
Rápidamente miré a mi esposo y noté que su cara estaba toda enroje-
cida y su brazo derecho colgaba como muerto. El trataba de levantar
su brazo, pero sin resultado alguno: los músculos no respondían.
Lo ayudé a entrar en la casa, pero no pudo hablarme hasta que
una vez dentro me dijo en forma ininteligible: “Ora, ora”. Doblamos
nuestras rodillas y elevamos fervientemente nuestras súplicas a Dios
que siempre había estado a nuestro lado en momentos de prueba.
Al poco rato mi esposo balbuceó algunas palabras de alabanza y
gratitud a Dios porque al fin pudo mover su brazo. El movimiento
de la mano le fue restituido, aunque no totalmente.
Mi esposo y yo sentimos la necesidad de acercarnos más a Dios,
y habiéndonos acercado a él, mediante confesión y oración, tuvimos