Capítulo 28—Entre las iglesias de Nueva Inglaterra
Refrigerada en espíritu por el buen resultado de nuestro traba-
jo en la iglesia de Battle Creek, que terminó en octubre de 1867,
alegremente nos unimos con el pastor J. N. Andrews en un viaje
a Maine. De camino celebramos una reunión en Roosevelt, Nueva
York, el 26 y el 27 de octubre. Esta reunión implicó un duro trabajo,
pues en ella se dieron agudos testimonios. Se hicieron confesiones,
seguidas por un retorno general al Señor de parte de los apóstatas y
pecadores.
En Maine
Nuestras actividades en Maine comenzaron con la conferen-
cia que se realizó en Norridgewock, el primero de noviembre. La
reunión era grande. Como siempre, mi esposo y yo presentamos un
testimonio directo en favor de la verdad y la debida disciplina de la
iglesia, y contra las diferentes formas de error, confusión, fanatismo
y desorden que procedían de una falta de tal disciplina. Este testi-
monio fue especialmente aplicable a la condición que reinaba en
Maine. Espíritus desordenados que profesaban observar el sábado
estaban en rebelión y trabajaban para difundir el descontento entre
los asistentes a la conferencia.
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Debido a este espíritu de rebelión, nuestra obra en Maine re-
quirió siete semanas de un trabajo de lo más angustioso, laborioso,
desagradable y lleno de fatiga. Pero al salir de ese Estado, nos sen-
tíamos consolados con el hecho de que todos habían confesado su
rebelión, y de que cierto número de personas había sido inducido a
buscar al Señor y abrazar la verdad.
Tal vez la mejor manera en que yo pudiera dar una idea de nues-
tras labores hasta el tiempo de la reunión de Vermont sería copiando
una porción de una carta que escribí a nuestro hijo residente en
Battle Creek, el 27 de diciembre de 1867:
“Mi querido hijo Edson:
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