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Notas biográficas de Elena G. de White
“La veracidad y la verdad de las declaraciones y obligaciones del
cuarto mandamiento deben ser presentadas en forma clara delante
del pueblo. ‘Vosotros sois mis testigos’. El mensaje avanzará con
poder a todas partes del mundo, a Oregon, a Europa, a Australia, a
las islas del mar, a todas las naciones, lenguas y pueblos. Preservad
la dignidad de la verdad. Esta crecerá hasta alcanzar grandes pro-
porciones. Muchos países están esperando el avance de la luz que
Dios tiene para ellos; y vuestra fe es limitada, muy pequeña. Vues-
tro concepto de la obra necesita ampliarse grandemente. Oakland,
San Francisco, Sacramento, Woodland, y las grandes ciudades de
los Estados Unidos deben oír el mensaje de verdad. Avanzad. Dios
obrará con gran poder si andáis con toda humildad delante de él. La
fe no habla de imposibilidades. Nada es imposible para Dios. La luz
de las declaraciones obligatorias de la ley de Dios ha de someter a
prueba al mundo...”
En mi última visión se me mostró que debemos tener una parte
que realizar en California para extender y confirmar la obra ya co-
menzada. Se me mostró que debía ponerse a contribución trabajo
misionero en California, en Australia, en Oregon, y en otros territo-
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rios en forma mucho más extensa de lo que nuestros hermanos han
imaginado, o de lo que jamás han contemplado y planeado. Se me
mostró que en el tiempo actual no avanzamos tan rápidamente como
las providencias de Dios están abriendo oportunidades delante de
nosotros. Se me mostró que la verdad presente debe ser un poder
en California si los creyentes en el mensaje no le hicieran lugar
al enemigo con su incredulidad y egoísmo, sino concentraran sus
esfuerzos en un solo objeto: la edificación de la causa de la verdad
presente.
Vi que habría un periódico publicado en la costa del Pacífico.
Habría una institución de salud establecida allí, y se crearía una casa
publicadora.
El tiempo es corto; y todos los que creen en este mensaje deben
sentir que una solemne obligación descansa sobre ellos, a saber la
de ser obreros desinteresados, que ejerzan su influencia en la debida
dirección, y nunca, ni por palabra ni por acción, se los encuentre
alineados en contra de los que tratan de hacer progresar los intereses
de la causa de Dios. Las ideas de nuestros hermanos son comple-