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Notas biográficas de Elena G. de White
que se habían reunido desde varios puntos con el fin de visitar esa
exposición de animales. Así se evitó que visitaran los salones y
tabernas, donde estarían expuestos a la tentación. Se armó para la
ocasión la inmensa carpa, con capacidad para cinco mil personas,
usada por la Asociación de Míchigan en los congresos campestres.
Debajo de esta inmensa tienda se instalaron quince o veinte mesas
[largas] para acomodar a los huéspedes.
Por invitación hablé en la tienda el domingo de noche primero de
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julio, sobre el tema de la temperancia cristiana, a cinco mil personas
presentes.
En el congreso campestre de Indiana
Del 9 al 14 de agosto asistí a un congreso campestre cerca de
Kokomo, Indiana, acompañada por mi nuera, María K. White. A mi
esposo le resultó imposible abandonar Battle Creek. En esta reunión
el Señor me fortaleció para trabajar con el mayor fervor. El me dio
claridad y poder al dirigirme a la hermandad. Al echar una mirada a
los hombres y mujeres allí reunidos, de apariencia noble y de gran
influencia, y compararlos con la pequeña compañía reunida seis años
antes, que se componía de personas más bien pobres e incultas, pude
exclamar: “¡Lo que ha hecho Dios!”
La influencia refinadora que la verdad tiene en la vida y el carác-
ter de los que la reciben estaba ejemplificada en forma poderosa allí.
Mientras hablaba pedimos que se pusieran de pie los que habían sido
adictos al tabaco, pero que lo habían abandonado completamente
debido a la luz que habían recibido por medio de la verdad. En
respuesta, entre treinta y cinco y cuarenta personas se pusieron de
pie, diez o doce de las cuales eran mujeres. Entonces pedimos que
se pusieran de pie todos aquellos a quienes los médicos les habían
indicado que sería fatal para ellos suspender el uso del tabaco por-
que se habían acostumbrado a su falso estímulo y que por lo tanto
no les sería posible vivir sin él. En respuesta, ocho personas, cuyo
rostro reflejaba salud de mente y de cuerpo, se pusieron en pie. Cuán
maravillosa es la influencia santificadora que esta verdad tiene en la
vida humana, convirtiendo en personas estrictamente temperantes
a los que estaban habituados al tabaco, al vino y a otros tipos de
disipaciones habituales.
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