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Notas biográficas de Elena G. de White
inmaculados? ¿Quiénes son sin falta a la vista de un Dios puro y
santo?”
Mientras el Santo sentado en el trono daba vuelta con lentitud
las páginas del Libro mayor y sus ojos descansaban por un momento
en los individuos, su mirada parecía quemar sus mismas almas, al
tiempo que toda palabra y acción de la vida de ellos pasaban delante
de sus mentes tan claramente como si estuvieran grabadas delante
de su vista con letras de fuego. El temblor se posesionaba de ellos, y
sus rostros palidecían...
Una clase de personas estaban registradas como los opresores de
la tierra. Cuando el ojo penetrante del Juez descansaba sobre ellas,
sus pecados de descuido eran distintamente revelados. Con labios
pálidos y temblorosos ellos reconocían que habían sido traidores
de su sagrado cometido. Habían tenido advertencias y privilegios,
pero no les habían prestado atención ni los habían aprovechado.
Podían ver ahora que habían presumido demasiado en cuanto a la
misericordia de Dios...
Fueron mencionados los nombres de todos los que profesaban
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la verdad... En una página del Libro mayor, bajo el encabezamiento
de “fidelidad”, estaba el nombre de mi esposo. Su vida, su carácter
y todos los incidentes de nuestra experiencia, parecían ser traídos
con vividez a mi mente. Mencionaré unos pocos hechos que me
impresionaron. Se me mostró que Dios había calificado a mi esposo
para una obra específica, y en su providencia nos había unido para
que hiciéramos avanzar esta obra. Por medio de los Testimonios
de su Espíritu, él le había impartido una gran luz. Mi esposo había
pronunciado palabras de cautela, de advertencia, de reprobación y de
ánimo; y era debido al poder de la gracia de Dios por lo que nosotros
habíamos sido capacitados para realizar una parte en la obra desde
su mismo comienzo. Dios había preservado sus facultades mentales
milagrosamente, a pesar de que sus facultades físicas se gastaban
cada vez más.
Dios debe recibir la gloria por la integridad inquebrantable y
el noble valor que mi esposo había tenido para vindicar lo recto
y condenar lo erróneo. Tal firmeza y decisión eran necesarias en
el comienzo de la obra, y se han necesitado también durante todo
el tiempo, mientras ésta progresaba paso a paso. El ha actuado en
defensa de la verdad sin ceder en un solo principio para agradar al