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Restauración de la salud
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se hizo en mi favor era inesperada. No puede ser atribuida a la
imaginación. La gente me vio en mi debilidad, y muchos señalaron
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que, según todas las apariencias, yo era un candidato para la tumba.
Casi todos los presentes observaron el cambio que se verificó en mí
mientras me dirigía a ellos. Declararon que mi rostro cambió, y que
la palidez de la muerte dio lugar a un color saludable.
“Testifico delante de todos los que leen estas palabras, que el
Señor me ha sanado. El poder divino ha hecho una gran obra en
mí, por lo cual estoy gozosa. Pude trabajar todos los días durante el
congreso campestre y varias veces hablé más de una hora y media.
Todo mi sistema resultó imbuido de nuevo vigor y fortaleza. Una
nueva ola de emociones, una fe nueva y elevada, tomó posesión de
mi alma.
“Durante mi enfermedad aprendí algunas lecciones preciosas:
Aprendí a confiar donde no puedo ver. Aunque incapaz de hacer
nada, aprendí a descansar tranquilamente, con calma, en los bra-
zos de Jesús. No ejercemos fe como debemos. Tenemos miedo de
aventurarnos respaldados en la Palabra de Dios. En la hora de la
prueba, debemos fortalecer nuestras almas en la seguridad de que
las promesas de Dios nunca pueden fallar. Lo que él ha hablado, se
cumplirá...
“Antes de mi enfermedad, yo pensaba que tenía fe en las pro-
mesas de Dios; sin embargo me sorprendí del gran cambio obrado
en mí, que excedió a mi expectativa. No merezco esta manifesta-
ción del amor de Dios. Tengo razones para alabar a Dios en forma
más ferviente, para andar con mayor humildad delante de él y para
amarlo con más fervor que nunca antes. He contraído la renovada
obligación de dar al Señor todo lo que hay en mí. Debo irradiar a
otros el brillo bendito que el Señor ha permitido que brille sobre mí.
“No espero ser librada de toda enfermedad y tribulación, y tener
un mar sereno en mi viaje hacia el cielo. Espero pruebas, pérdidas,
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chascos y dolores; pero tengo la promesa del Salvador: ‘Bástate
mi gracia’. No debemos considerarlo como algo extraño si somos
asaltados por el enemigo de toda justicia. Cristo ha prometido ser
una ayuda presente en todo tiempo de necesidad; pero él no nos ha
dicho que estaremos exentos de las pruebas. Por el contrario, nos ha
informado claramente que tendremos tribulación. El ser probados
y tener dificultades es una parte de nuestra disciplina moral. Aquí