Trabajo con la pluma y la palabra
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Recogiendo frutos para la cosecha
“El congreso campestre de Worcester, Massachusetts, que se
realizó del 22 al 28 de agosto, ... fue una ocasión de especial interés
para mí. Allí encontré a una gran cantidad de creyentes, algunos
de los cuales habían estado relacionados con la obra desde el mis-
mo comienzo del mensaje del tercer ángel. Desde nuestro último
congreso, el Hno. Hastings, uno de los fieles portaestandartes, ha-
bía caído en su puesto. Me entristecí de ver a otros cargados por
los achaques de la edad. Y sin embargo me alegré al ver que es-
cuchaban ansiosamente las palabras de vida. El amor de Dios y su
verdad parecía brillar en sus corazones e iluminar su semblante. Sus
ojos a menudo se llenaban de lágrimas, no de dolor, sino de gozo,
mientras escuchaban el mensaje de Dios por boca de sus siervos.
Estos peregrinos entrados en años estaban presentes casi en todas
las reuniones, como si temieran, como Tomás, estar ausentes cuando
Jesús viniera y dijera: ‘Paz a vosotros’.
“Como granos maduros, estos preciosos, probados y fieles hijos
de Dios están listos para la cosecha. Su obra está casi terminada. Tal
vez se les permita permanecer hasta que Cristo sea revelado en las
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nubes del cielo con poder y grande gloria. Pero pueden desaparecer
de las filas en cualquier momento, y dormir en Jesús. Pero aunque
las tinieblas cubren la tierra y densa oscuridad los pueblos, estos
hijos de la luz pueden levantar sus cabezas y regocijarse, sabiendo
que su redención está cerca...
Los miembros laicos como misioneros para Dios
“Al mirar la congregación de creyentes, y al notar la expresión
seria y fervorosa de sus rostros, ... mis ojos descansaron sobre no
pocos que tenían un conocimiento de la verdad, y que, si este co-
nocimiento sólo fuera santificado, realizaría una obra para Dios.
Pensé: si todos estos hermanos se dieran cuenta de que Dios les
pedirá cuentas, y comprendieran su deber hacia sus semejantes, y
si trabajaran según la capacidad que el Señor les concedió, ¡qué
luz brillaría de ellos en Massachusetts, y aun se extendería a otros
Estados! Si cada uno de los que profesan tener fe en el mensaje del
tercer ángel hiciera de la Palabra de Dios su regla de conducta, y con