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Actividades en el centro de Europa
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La nueva casa editora se componía de un edificio grande e im-
portante de unos 15 metros por 25, que tenía cuatro pisos además del
piso bajo. Los pisos superiores estaban construidos de tal manera
que, hasta que lo requiriera el progreso de la empresa, podían ser
usados como residencias para familias. Fue en uno de estos departa-
mentos donde la Sra. White se instaló durante la mayor parte de los
dos años que pasó en Europa.
Casas editoras en muchos países
Cuando la Sra. White y sus acompañantes llegaron a la casa
editora, el pastor Whitney dijo: “Observen nuestra sala de reuniones
antes de ir a los pisos superiores”. Era una hermosa sala que estaba
en el piso bajo, bien iluminada y bien amueblada. La Sra. White
miró atentamente todos los detalles del lugar, y entonces dijo: “Es
un buen salón de reuniones. Yo creo que he visto antes este lugar”.
No mucho después de esto, se visitaron las partes del edificio
ocupadas por la editorial. Cuando el grupo llegó al departamento de
prensas, la prensa estaba marchando, y la Sra. White dijo: “He visto
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esta prensa antes. Este ambiente me parece muy familiar”. Pronto se
adelantaron los dos jóvenes que trabajaban en las prensas, y éstos
fueron presentados a los visitantes. La Sra. White les estrechó la
mano y entonces preguntó: “¿Dónde está el otro?”
“¿Cuál otro?” preguntó el pastor Whitney.
“Hay un hombre de más edad aquí—replicó la Sra. White—, y
tengo un mensaje para él”.
El pastor Whitney explicó que el encargado de las prensas estaba
en la ciudad haciendo diligencias. Hacía poco más de diez años que
la Sra. White, al relatar delante de un gran auditorio reunido en la
iglesia de Battle Creek lo que le había sido mostrado en su visión con
respecto a la obra que había de hacerse en muchos países extranjeros,
había dicho que había visto prensas funcionando en muchos países,
e imprimiendo periódicos, folletos y libros que contenían la verdad
presente para los pueblos de esas naciones. En este punto de su
narración el pastor Jaime White la interrumpió, preguntándole si
podía mencionar algunos de estos países. Ella dijo que no podía
hacerlo, porque no le habían sido mencionados por nombre, “excepto
uno—afirmó—; recuerdo que el ángel dijo: Australia”. Pero ella