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Peligro de adoptar directivas mundanas en la obra de Dios
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raíces de amargura. El desagrado de Dios estará ciertamente sobre
cada alma que guarda estas raíces de disensión y posee un espíritu
que es muy diferente del Espíritu de Cristo.
“Cuando descansó el Espíritu del Señor sobre mí, parecía que yo
estaba presente en uno de vuestros concilios. Uno de entre vosotros
se puso en pie; su manera de hablar era muy decidida y ferviente
mientras tenía un periódico en la mano. Pude leer claramente el
título del periódico; era de
American Sentinel
. Se expresaron críticas
con respecto a la revista y al carácter de los artículos allí publicados.
Los que estaban en el concilio señalaron ciertos pasajes, declarando
que esto debía quitarse, y aquello debía cambiarse. Se pronunciaron
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palabras fuertes de crítica acerca de los métodos de la revista, y
prevaleció un fuerte espíritu diferente del Espíritu de Cristo. Las
voces eran decididas y desafiantes.
“Mi guía me dio palabras de advertencia y reproche para hablar
a aquellos que tomaron parte en este procedimiento y no fueron
lentos en expresar sus acusasiones y condenación. En sustancia, éste
fue el reproche dado: el Señor no presidió en ese concilio, y hay un
espíritu de lucha entre los consejeros. La mente y los corazones de
estos hombres no están bajo la influencia dominante del Espíritu de
Dios. Dejad que los adversarios de nuestra fe sean los que sugieran y
desarrollen tales planes como los que ahora estáis discutiendo. Desde
el punto de vista mundano algunos de estos planes no son objetables;
pero ellos no deben ser adoptados por aquellos que tienen la luz del
cielo. La luz que Dios ha dado debe ser respetada, no solamente para
nuestra propia seguridad, sino también para la seguridad de la iglesia
de Dios. Los pasos que ahora están tomando unos pocos no pueden
ser seguidos por el pueblo remanente de Dios. Vuestra conducta
no puede ser sostenida por el Señor. Esa conducta hace evidente
que habéis trazado vuestros planes sin la ayuda de Aquel que es
poderoso en consejo. Pero el Señor obrará. Los que han criticado la
obra de Dios necesitan tener los ojos ungidos, pues se han creído
poderosos en su propia fuerza; pero hay Uno que puede detener el
brazo del poderoso, y reducir a la nada los consejos de los prudentes.
“El mensaje que tenemos que presentar no es un mensaje que los
hombres necesiten titubear en declarar. No han de tratar de cubrirlo
ni ocultar su origen y propósito. Los que lo defienden deben ser
hombres que no guarden silencio ni de día ni de noche. Como
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