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Notas biográficas de Elena G. de White
su tarea de escribir. Sostenida en la cama, escribió cartas a amigos,
testimonios a los obreros dirigentes de la causa, y muchos capítulos
de
El Deseado de todas las gentes
.
Al acercarse la primavera experimentó un poco de mejoría; y
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en octubre decidió probar el clima más seco de Adelaida, al sur de
Australia. Allí pasó seis semanas, con benéficos resultados.
Una revisión de su experiencia
En una carta escrita desde Melbourne, el 23 de diciembre de
1892, a los hermanos reunidos en el congreso de la Asociación
General, la Sra. White pasó revista a su experiencia durante esta
larga enfermedad en los siguientes términos:
“Me regocijo en informaros de la bondad, la misericordia y las
bendiciones que el Señor me otorgó. Todavía estoy rodeada de do-
lencias, pero estoy mejorando. El gran Restaurador está trabajando
en mi favor, y alabo su santo nombre. Mis miembros están aumen-
tando en fuerza, y aunque tengo dolores, no son tan severos como
lo fueron durante los pasados diez meses. Estoy restaurada hasta
el punto de que, tomándome de la baranda, puedo subir y bajar las
escaleras sin ayuda. Durante todo el tiempo de mi aflicción he sido
bendecida por Dios de la manera más señalada. En los conflictos más
severos, con intenso dolor, yo comprendía la certeza de la promesa:
‘Bástate mi gracia’. A veces, cuando parecía que no podía resistir el
dolor, cuando no podía dormir, miraba a Jesús en procura de fe, y su
presencia estaba conmigo, toda sombra de oscuridad era disipada,
una luz bendita me rodeaba y toda la habitación se llenaba con la
luz de su divina presencia.
“He sentido que podía dar la bienvenida al sufrimiento si esta
preciosa gracia me habría de acompañar. Yo sabía que el Señor es
bueno y lleno de gracia, de misericordia y compasión, y de un amor
tierno y piadoso. En mi condición indefensa y sufriente, su alabanza
ha llenado mi alma y ha estado en mis labios. Mi meditación ha sido
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muy consoladora y fortalecedora al pensar en cuánto peor podría ser
mi condición sin la gracia sostenedora de Dios. Mi vista me ha sido
preservada, y también mi memoria, y mi mente nunca ha estado más
clara y activa para ver la belleza y el carácter precioso de la verdad.