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El colegio de Avondale
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cargo de la Unión Australasiana vieron más y más claramente las
oportunidades de servicio que los rodeaban.
Estas posibilidades del futuro fueron bosquejadas ampliamente
por la Sra. White en comunicaciones dirigidas a los dirigentes de la
causa de Dios reunidos en el congreso de la Asociación General en
la primera parte de 1899. “Nuestros hermanos no han discernido el
hecho de que al ayudarnos—les escribió ella concerniente al valor de
mantener fuertes centros de preparación de obreros en Australasia—
se están ayudando a sí mismos. Lo que se dé para comenzar la obra
aquí, resultará en el fortalecimiento de la obra en otros lugares. A
medida que vuestros donativos nos liberen de continuos problemas,
permitirán que nuestras labores se extiendan; habrá una recolección
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de almas, se establecerán iglesias, y la obra seguirá creciendo en
fortaleza financiera. Tendremos suficientes medios no solamente
para llevar adelante la obra aquí, sino para ayudar a otros campos.
No se gana nada con retener los medios que nos capacitarían para
trabajar con ventaja, extendiendo el conocimiento de Dios y los
triunfos de la verdad en regiones lejanas”
Un centro de preparación para campos misioneros
En representación de los hermanos y hermanas de Australasia
que estaban ansiosos de compartir las cargas del esfuerzo misionero
en las regiones lejanas, el pastor A. G. Daniells, en ese tiempo
presidente de la Unión Australasiana, informó al congreso de la
Asociación General de 1899 el rápido desarrollo que se realizaba,
y la sólida fe que todos tenían en su capacidad para unirse con sus
colaboradores de los Estados Unidos y Europa a fin de llevar el
mensaje del tercer ángel a territorios misioneros.
“Nosotros en Australasia—escribió él—, hemos sido lentos en
captar el significado de la providencia de Dios al mantener a su
sierva, la Hna. White, en este país. Cuando ella vino, todos pensaron
que estaba haciéndonos solamente una breve visita. Así también lo
pensaba ella. Pero el Señor sabía mejor. El la colocó en este país, y
no hace que la nube [que guiaba al pueblo] se levante y se mueva a
otra parte.
Daily Bulletin de la Asociación General, 131
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