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El terremoto de San Francisco
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“El 18 de abril, dos días después que la escena de la caída de los
edificios pasó delante de mí, salí a cumplir con un compromiso de
hablar en la iglesia de la calle Carr, en Los Angeles. A medida que
nos acercamos a la iglesia, oímos a los niños que vendían diarios
gritando: ‘¡San Francisco destruido por un terremoto!’ Con un cora-
zón cargado, leí las primeras noticias, impresas con apresuramiento,
relativas al terrible desastre”
Trabajando las ciudades desde centros establecidos fuera
En el curso de su discurso ante la conferencia, la Sra. White
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exaltó el carácter sagrado de la ley de Dios, y habló decididamente
de la necesidad de una acción rápida y de instruir a la gente acerca
del significado de las cosas que estaban ocurriendo en la tierra. Se
refirió particularmente a las ventajas que se obtendrían al trabajar
las ciudades desde centros establecidos afuera.
“¡Fuera de las ciudades, fuera de las ciudades!—declaró ella—;
éste es el mensaje que Dios me ha estado dando. Vendrán terremotos;
vendrán inundaciones, y no hemos de establecernos en las ciudades
malvadas, donde el enemigo es servido a todo paso, y donde Dios es
a menudo olvidado. El Señor desea que tengamos una clara visión
espiritual. Debemos ser rápidos para discernir el peligro que habrá en
establecer instituciones en estas ciudades malvadas. Debemos hacer
planes sabios para amonestar a las ciudades, y al mismo tiempo vivir
donde podamos proteger a nuestros hijos y protegernos a nosotros
mismos de las influencias contaminantes y desmoralizadoras tan
prevalecientes en esos lugares”
Escenas de destrucción
Dos semanas más tarde la Sra. White regresó a su hogar de Santa
Elena vía San José, Mountain View y San Francisco. “Mientras
viajábamos hacia el norte—escribió en un relato de su viaje—,
vimos algunos de los aspectos del terremoto; y cuando entramos en
San José, pudimos ver que había grandes edificios destruidos, y que
otros habían sido seriamente dañados.
Testimonies for the Church 9:94
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The Review and Herald, 5 de julio de 1906
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