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Notas biográficas de Elena G. de White
pensando que son capaces de quitar los pilares de nuestra fe, y
reemplazarlos por pilares que ellos han ideado.
“Esto continuará ocurriendo mientras dure el tiempo. Todo el que
haya sido un estudiante concienzudo de la Biblia verá y entenderá la
posición solemne de los que están viviendo en las últimas escenas
de la historia de esta tierra. Ellos sentirán su propia ineficiencia
y debilidad, y harán que su primera ocupación sea no solamente
una forma de piedad sino una conexión vital con Dios. No osarán
descansar hasta que Cristo, la esperanza de gloria, sea formado
en ellos. El yo morirá; el orgullo será eliminado del alma, y ellos
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tendrán la mansedumbre y la bondad de Cristo”
Trabajo con manuscritos para libros
La correspondencia personal de la Sra. White está llena de mu-
chas referencias a manuscritos de libros en los cuales estaba traba-
jando incansablemente y con amor. Mientras estaba en Europa, ella
trabajaba en la ampliación de
El conflicto de los siglos
y la
Vida de
Cristo
. Después que se publicó la edición del
Conflicto
para el col-
portaje en 1888, ella completó el volumen acompañante,
Patriarcas
y profetas,
en 1890.
El camino a Cristo
apareció en 1892,
Obreros
evangélicos
en 1893, y el
Discurso maestro de Jesucristo
(Thoughts
From the Mount of Blessing) en 1896. Su mayor obra literaria,
El
Deseado de todas las Gentes,
ocupó mucho de su tiempo durante el
viaje por Australia, y apareció en 1898.
Cuando aparecieron
Palabras de vida del gran Maestro
(Christ’s
Object Lessons) y Testimonies for the Church, tomo 6, en 1900,
algunos de sus amigos pensaron que sus laboriosos trabajos para
preparar manuscritos para la publicación en forma de libros casi
habían terminado. Pero no era así. La preocupación por escribir
todavía la estaba presionando pesadamente. Un sentimiento compul-
sor acerca de las necesidades de un mundo que perece, y de muchos
que profesan ser súbditos del Rey Emanuel, la indujo a trabajar más
y más, en un esfuerzo fervoroso para dar a los demás aquello que
llenaba su propia alma de gozo y de paz. Escuchad su declaración
cuando, en 1902, ella le escribía a un amigo sobre la alta norma a
que debían aspirar los creyentes cristianos:
De un manuscrito inédito.