Página 39 - Notas biogr

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Comienzo de mis actividades públicas
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Algunas se reunían con nosotras por curiosidad de oír lo que yo
diría. Otras se extrañaban del empeño de mis esfuerzos, sobre todo
cuando ellas mismas no mostraban interés por su propia salvación.
Pero en todas nuestras pequeñas reuniones yo continuaba exhortando
a cada una de mis amigas y orando separadamente por ellas hasta
lograr que se entregasen a Jesús y reconociesen los méritos de su
amor misericordioso. Y todas se convirtieron a Dios.
Por las noches me veía en sueños trabajando por la salvación
de las almas, y me acudían a la mente casos especiales de amigas
a quienes iba a buscar después para orar juntas. Excepto una, todas
ellas se entregaron al Señor. Algunos de nuestros hermanos más for-
males recelaban de que yo fuese demasiado celosa por la conversión
de las almas, pero el tiempo se me figuraba tan corto, que convenía
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que cuantos tuviesen la esperanza de la inmortalidad bienaventurada
y aguardaran la pronta venida de Cristo, trabajasen sin cesar en favor
de quienes todavía estaban sumidos en el pecado, al borde terrible
de la ruina.
Aunque yo era muy joven, el plan de salvación se me presentaba
tan claro a la mente, y tan señaladas habían sido mis experiencias
que, considerando el asunto, comprendí que era mi deber continuar
esforzándome por la salvación de las preciosas almas y orar y con-
fesar a Cristo en toda ocasión. Había puesto todo mi ser al servicio
de mi Maestro. Sucediera lo que sucediera, estaba determinada a
complacer a Dios y vivir como quien espera la venida del Salvador
para recompensar a sus fieles. Me consideraba como una niñita al
allegarme a Dios y preguntarle qué quería él que hiciese. Una vez
consciente de mi deber, mi mayor felicidad era cumplirlo. A veces
me asaltaban pruebas especiales, pues algunas personas más experi-
mentadas que yo trataban de detenerme y enfriar el ardor de mi fe.
Pero las sonrisas de Jesús que iluminaban mi vida y el amor de Dios
en mi corazón, me alentaban a proseguir.
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