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Haciendo frente al fanatismo
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pruebas de la dirección divina, aquellas vívidas experiencias en las
cosas de Dios nos fortalecieron para pelear varonilmente las batallas
del Señor. Los creyentes pudieron discernir con toda claridad cómo
Dios les había señalado el camino, guiándolos por entre pruebas, de-
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sengaños y terribles conflictos. Cobraban mayores bríos según iban
encontrando y venciendo obstáculos, y adquirían valiosa experiencia
en cada paso que daban hacia adelante.
Lecciones del pasado
En años ulteriores se me mostró que todavía no se han abando-
nado las falsas teorías expuestas en lo pasado. Resurgirán en cuanto
hallen circunstancias favorables. No olvidemos que será sacudido
todo cuanto pueda ser sacudido. El enemigo logrará quebrantar la
fe de algunos, pero quienes se mantengan fieles a los principios no
serán conmovidos. Permanecerán firmes entre las pruebas y las ten-
taciones. El Señor ha señalado los errores, y quienes no disciernan
dónde se ha introducido Satanás, continuarán extraviados por falsos
senderos. Jesús nos manda velar y fortalecer las cosas que quedan y
que están por morir.
No debemos entrar en controversia con quienes sustentan teorías
falsas. La controversia es inútil. Cristo nunca entró en discusiones.
El arma empleada por el Redentor del mundo fue: “Escrito está”.
Adhirámonos a la palabra. Dejemos que el Señor Jesús y sus mensa-
jeros den testimonio. Sabemos que su testimonio es verdadero.
Cristo preside todas las obras de su creación. Guió a los hijos
de Israel en la columna de fuego, pues sus ojos ven el pasado, el
presente y el futuro. El ha de ser reconocido y honrado por cuantos
amen a Dios. Sus mandamientos han de ser la fuerza reguladora de
la conducta de su pueblo.
El tentador se nos acerca con el supuesto de que Cristo ha trasla-
dado su sitial de honor y poder a alguna región desconocida, y que
los hombres ya no necesitan molestarse por más tiempo en exaltar su
carácter y obedecer su ley. Añade que cada ser humano ha de ser su
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propia ley. Estos sofismas exaltan al yo y reducen a Dios a la nada.
Destruyen el freno y las restricciones morales de la familia humana,
y debilitan más y más la represión del vicio. El mundo no ama ni
teme a Dios. Y quienes no temen ni aman a Dios pronto pierden