92
Notas biográficas de Elena G. de White
tarde tuvimos una reunión de unas quince personas. El viernes
de mañana, sin embargo, llegaron más hermanos hasta alcanzar el
[118]
número de cincuenta, pero no todos habían aceptado por completo
la verdad. Fue muy interesante la reunión de aquel día. El Hno.
Bates explicó claramente los mandamientos, cuya importancia quedó
señaladamente impresa en el corazón de los presentes por medio de
poderosos testimonios. La predicación tuvo por efecto confirmar en
la verdad a quienes ya la profesaban, y estimular a quienes aún no
se habían resuelto por completo”.
Obtención de recursos para visitar el oeste de Nueva York
Dos años antes se me había mostrado que algún día visitaríamos
el occidente del Estado de Nueva York. Y ahora, poco después de
concluida la conferencia de Rocky Hill, recibimos una invitación
para asistir a la reunión general que en el mes de agosto debía cele-
brarse en Volney, Nueva York. El Hno. Hiram Edson nos escribió
diciéndonos que la mayoría de los hermanos eran pobres, y en con-
secuencia no podía prometer que harían mucho para sufragarnos la
estancia, pero que harían cuanto estuviera a su alcance. Carecíamos
de recursos para el viaje y mi esposo andaba mal de salud: pero se le
deparó ocasión de trabajar en la siega del heno, y aceptó este trabajo.
Pareció entonces que debíamos vivir por fe. Al levantarnos cada
mañana nos arrodillábamos junto a la cama, rogando a Dios que nos
diera fuerzas para trabajar durante el día, y no podíamos quedar sa-
tisfechos sin la seguridad de que Dios había oído nuestras oraciones.
Después se iba mi esposo a manejar la guadaña con las fuerzas que
le daba Dios. Al volver a casa por la noche, rogábamos de nuevo a
Dios que le diera fortaleza para obtener recursos con que difundir la
verdad. En una carta escrita al Hno. Howland con fecha 2 de julio
[119]
de 1848, decía lo siguiente acerca de esta experiencia:
“Hoy está lloviendo y, por lo tanto, no corto heno, pues de otra
suerte no escribiría. Siego cinco días para los incrédulos y el do-
mingo para los creyentes, y descanso el séptimo día, por lo que me
queda muy poco tiempo para escribir... Dios me da fuerzas para
trabajar con firmeza todo el día... Los Hnos. Holt, Juan Belden y
yo hemos contratado cien acres de hierba para segar (unas cuarenta
hectáreas) al precio de ochenta y siete centavos y medio el acre (unos