Página 111 - Nuestra Elevada Vocacion (1962)

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Cuando mi voluntad es segura, 8 de abril
Mas ahora, librados del pecado, y hechos siervos a Dios, tenéis por
vuestro fruto la santificación, y por fin la vida eterna.
Romanos 6:22
.
El Espíritu de Dios no crea nuevas facultades en el hombre convertido,
sino que obra un cambio decidido en el empleo de aquellas facultades. Cuando
se efectúa un cambio en la mente, en el corazón y en el alma, al hombre no
se le da una nueva conciencia, sino que su voluntad queda sometida a una
conciencia renovada, a una conciencia cuyas sensibilidades adormecidas son
despertadas por la obra del Espíritu Santo.—
Carta 44, 1899, pp. 1
.
Al someterse al pecado, el hombre coloca su voluntad bajo el control de
Satanás. Se convierte en un cautivo impotente del poder del tentador. Dios
envió a su Hijo al mundo para romper el poder de Satanás, y para emancipar
la voluntad del hombre. Lo envió a proclamar libertad a los cautivos, para
aliviar las pesadas cargas, y para libertar al oprimido. Al derramar todo el
tesoro del cielo en este mundo, al darnos en Cristo a todo el cielo, Dios ha
comprado la voluntad, los afectos, la mente, y el alma de cada ser humano.
Cuando el hombre se coloca bajo el control de Dios, la voluntad adquiere
fuerza y fortaleza para obrar el bien, el corazón es limpiado de egoísmo, y
llenado del amor de Cristo. La mente se somete a la autoridad de la ley del
amor y cada pensamiento es sometido a la obediencia de Cristo.—
Manuscrito
21, 1900, pp. 3, 4
.
Cuando se pone la voluntad del lado del Señor, el Espíritu Santo se pose-
siona de aquella voluntad y la hace una con la voluntad divina.
El Señor ama al hombre. El ha dado evidencia de este amor dando a
su Hijo unigénito para que muriera por el hombre, para poder, mediante su
gracia, redimirlo de su hostilidad hacia Dios, y conducirlo a la lealtad a él. Si
el hombre quiere colaborar con Dios, el Señor pondrá la voluntad humana en
relación con él, y la vitalizará por su propio Espíritu. ... El Evangelio debe ser
recibido para regenerar el corazón, y la recepción de la verdad significará la
entrega de la mente y la voluntad a la voluntad del poder divino.—
Carta 44,
1899, pp. 3
.
La voluntad del hombre está segura, únicamente cuando se une con la
voluntad de Dios.—
Carta 22, 1896, pp. 6
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