Página 115 - Nuestra Elevada Vocacion (1962)

Basic HTML Version

“Haya, pues, en vosotros este sentir”, 12 de abril
Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús.
Filipenses 2:5
.
La oración que Cristo nos ha dado, de que la voluntad de Dios se haga
en el cielo y en la tierra, debe ser contestada. Esta oración es maravillosa, y
debemos ofrecerla a Dios y luego cumplirla en nuestra vida diaria. La ciencia
de la santidad, la ética inculcada por el Evangelio, no reconoce otra norma
que la perfección de la mente de Dios, de la voluntad de Dios. Es el carácter y
la mente de Cristo lo que los hombres deben recibir mediante la conversión y
la transformación. Dios ha revelado por medio de su Hijo, la excelencia que el
hombre puede alcanzar. Y Dios nos está desarrollando, para que aparezcamos
ante el mundo como testigos vivientes de lo que el hombre puede llegar a ser
a través de la gracia de Cristo. Oh, ¿por qué tantos afligen el corazón del amor
infinito? ...
Dios permite que cada persona ejercite su individualidad. Ninguna mente
humana debe sumergirse en otra mente humana. Pero se ha hecho la invita-
ción: “Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús”.
Cada persona debe comparecer delante de Dios con una fe individual, una
experiencia individual, conociendo por sí misma que Cristo se forma
dentro
de uno, la esperanza de gloria. Si nosotros imitáramos el ejemplo de cualquier
hombre—aun el de una persona a quien, en nuestro juicio humano, considerá-
ramos casi perfecta de carácter—estaríamos poniendo nuestra confianza en un
ser humano imperfecto y defectuoso, que es incapaz de comunicar una jota o
un tilde de perfección a otro ser humano.
Como nuestro ejemplo tenemos a Uno que es todo y entre todos, el prin-
cipal entre diez mil, Uno cuya excelencia escapa a toda comparación. ¿Qué
dice el divino Maestro?: “Sed pues vosotros perfectos, como vuestro Padre
que está en los cielos es perfecto”.
Mateo 5:48
. ¿Quiere Cristo atormentarnos
requiriéndonos lo que es imposible? ¡Nunca, nunca! ¡Qué honor nos confiere,
al pedirnos que seamos santos en nuestra esfera de acción, como el Padre es
santo en su esfera! Mediante su poder, somos capaces de hacer esto, porque él
declara: “Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra”.
Mateo 28:18
. Es
vuestro privilegio y el mío reclamar este poder ilimitado.—
Carta 20, 1902
.
[111]
111