Página 126 - Nuestra Elevada Vocacion (1962)

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El sentimiento no es un guía seguro, 23 de abril
El justo en su fe vivirá.
Habacuc 2:4
.
Muchos pasan largos años en las tinieblas y la duda, debido a que no
sienten como quieren. Pero el sentimiento no tiene nada que ver con la fe.
Esa fe que obra por el amor y purifica el alma no es cuestión de impulso. Se
arriesga a salir, basada en las promesas de Dios, creyendo firmemente que lo
que él ha dicho es capaz de realizarlo. Nuestras almas deben ser enseñadas a
creer, a confiar en la Palabra de Dios. Esa palabra declara que “el justo vivirá
por la fe” (
Romanos 1:17
), y no por el sentimiento.—
The Youth’s Instructor,
8 de julio de 1897
.
Desechemos todo lo que sea parecido a la desconfianza y a la falta de fe
en Jesús. Comencemos una vida de confianza sencilla e infantil, no confiando
en los sentimientos, sino en la fe. No deshonremos a Jesús dudando de sus
preciosas promesas. El quiere que creamos en él con fe inconmovible. Hay
una clase de personas que dicen: “Yo creo, yo creo”, y reclaman todas las
promesas que se dan bajo la condición de la obediencia; pero no hacen las
obras de Cristo. Dios no es honrado por esa clase de fe. Es espuria. Otra
clase de personas tratan de guardar todos los mandamientos de Dios, pero
muchas de ellas no se ponen a la altura de su exaltado privilegio reclamando
las promesas que les fueron dadas. Las promesas de Dios son para aquellos
que guardan sus mandamientos, y obran lo que es placentero para él.
Yo encuentro que cada día debo pelear la buena batalla de la fe. Debo
ejercer toda mi fe, y no confiar en los sentimientos; debo obrar como si supiera
que el Señor me oye y contestará mis pedidos y me bendecirá. La fe no es un
vuelo feliz de los sentimientos; es simplemente confiar en la Palabra de Dios,
creyendo que él cumplirá sus promesas porque ha dicho que lo haría.—
Carta
49, 1888
.
Esperad en Dios, confiad en él y en sus promesas, ya sea que os sintáis
felices o no. Una buena emoción no es una evidencia de que seáis hijos de
Dios, ni tampoco los sentimientos que producen aflicción y perplejidades son
una evidencia de que no sois hijos de Dios. Acudid a las Escrituras y recibid
inteligentemente la Palabra de Dios como él la ha dicho. Cumplid con las
condiciones y creed que él os aceptará como sus hijos. No seáis faltos de fe,
sino creyentes.—
Carta 52, 1888
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