Página 125 - Nuestra Elevada Vocacion (1962)

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Salvados por la gracia de Dios, 22 de abril
Porque por gracia sois salvos por la fe; y esto no de vosotros, pues es
don de Dios: no por obras, para que nadie se gloríe.
Efesios 2:8, 9
.
El favor divino, la gracia de Dios derramada sobre nosotros mediante
Jesucristo, es demasiado precioso para cambiarlo por cualquier obra supuesta-
mente meritoria del hombre finito y sujeto a error. El hombre no tiene nada
en sí mismo. El talento más exaltado no se origina en el hombre, sino que es
el don de su Creador, y no puede comprar nada de Dios. El oro y la plata no
pueden comprar el favor de Dios; porque la riqueza del mundo es un talento
que Dios ha confiado. Nadie piense que costosas ofrendas hechas a empresas
de bien lo elevarán ante la vista de Dios, o adquirirán por él el favor del cielo,
o le procurarán un lugar en las mansiones que Cristo ha ido a preparar para
aquellos que le aman. La preciosa sangre de Cristo es plenamente eficaz. ...
La resurrección de Cristo de entre los muertos fué el sello que puso el Padre
a la misión de Cristo. Fué una expresión pública de su completa satisfacción
por la obra expiatoria. Aceptó el sacrificio de Cristo hecho por nosotros. Fué
todo lo que Dios requirió, perfecto y completo. Ningún ser humano mediante
ninguna obra suya podría completar la obra de Cristo. Mientras pendía de la
cruz, Jesús exclamó: “Consumado es”, y entonces el cielo se conmovió con
expresiones de gloria y gozo, y el desconcierto se apoderó de la confederación
del mal. Después de este grito triunfal, el Redentor del mundo inclinó su
cabeza y murió, ... pero, mediante su muerte se convirtió en vencedor, y abrió
las puertas de la gloria eterna para que todos los que crean en él, no perezcan,
sino que tengan vida eterna.
La única esperanza del pecador descansa plenamente sobre Cristo. ...
Nuestra aceptación por Dios es segura únicamente mediante su Hijo amado,
y las buenas obras no son más que el resultado de la obra de su amor que
perdona el pecado. No son un crédito para nosotros, y no se nos reconoce
ninguna cosa por nuestras buenas obras, por las cuales podamos reclamar
alguna parte para la salvación de nuestras almas. La salvación es el libre don
hecho al creyente, que le es dado únicamente por intermedio de Cristo. El alma
afligida puede encontrar paz mediante la fe en Cristo. ... No puede presentar
sus buenas obras como un recurso para la salvación de su alma.—
The Review
and Herald, 29 de enero de 1895, pp. 65
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