Página 133 - Nuestra Elevada Vocacion (1962)

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Victoria tras victoria, 30 de abril
Porque todo aquello que es nacido de Dios vence al mundo: y ésta es la
victoria que vence al mundo, nuestra fe.
1 Juan 5:4
.
Cuando las nubes se interponen entre vuestra alma y Dios, cuando hay
tinieblas a vuestro alrededor, cuando el enemigo está listo para robarle al
alma su integridad hacia Dios y la verdad, y cuando el error es considerado
plausible y atractivo, entonces es tiempo de orar y ejercer fe en Dios. ...
El alma, alimentando esa fe, es capaz de levantarse por encima de sí misma
y de traspasar la infernal sombra que el enemigo arroja a través de la senda de
cada alma que lucha por la corona inmortal. ...
Jesús dijo: “Velad y orad, para que no entréis en tentación”.
Marcos
14:38
. Debemos velar y orar todo el tiempo que Satanás nos traiga nubes de
incredulidad, compuestas de toda cosa mala que pueda inventar para inducir
al alma humana a ceder a la tentación. Pero esta nube que está entre Dios y
el instrumento humano no puede envolver al hombre y penetrar en su alma,
a menos que él abra su mente y su corazón a sus oscuros rayos. Los ángeles
de Dios guardarán de la venenosa malaria de las tentaciones del maligno a
todo hombre que se levante por encima de su yo y de las circunstancias que
lo rodean, contemplando a Jesús a través de toda niebla y nube, traspasando
por fe las tentaciones más tenebrosas. ... Unidos con Cristo, recibiréis todo el
poder que requerís. Permaneciendo en él, podéis luchar varonilmente. Cuanto
más creáis y confiéis como niños en el Señor Jesús, tanto mayor será vuestra
capacidad para creer. Por fe permaneceréis firmes.
Únicamente mediante el ejercicio de la fe podéis conquistar el yo. ... El
yo es el terreno en el cual Satanás siempre encuentra y maneja aquello que
desea engañar y vencer. Pero si la justicia de Cristo se revela en vosotros, os
fortaleceréis. Mirando más allá de vosotros, hacia el Salvador crucificado,
hacia el Salvador resucitado y ascendido, el cual es nuestro abogado, y hace
intercesión por vosotros, y aferrándoos al poder y la eficacia de Cristo, podéis
salir vencedores.—
Carta 30, 1896, pp. 1-3, 6
.
Ninguna de las victorias que se han ganado puede compararse con las
victorias de la fe. No dejéis de asiros de la fe. Podrá triunfar en medio del
desánimo, obteniendo victoria tras victoria.—
Carta 111, 1902, pp. 2
.
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