Página 153 - Nuestra Elevada Vocacion (1962)

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Ramas fructíferas, 18 de mayo
Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el labrador. Todo pámpano que
en mí no lleva fruto, le quitará: y todo aquel que lleva fruto, le limpiará,
para que lleve más fruto.
Juan 15:1, 2
.
El Salvador ... muestra la señal del discipulado: “En esto es glorificado
mi Padre, en que llevéis mucho fruto, y seáis así mis discípulos”. Debemos
aferrarnos al Dios viviente mediante la fe, y mantener una experiencia tal que
manifieste amor, ternura, bondad, compasión y afecto. Estos rasgos de carácter
son el fruto que el Señor Jesús quiere que produzcamos y que presentemos
ante el mundo, como testigos de que tenemos un Salvador que puede elevarnos
y salvarnos. No tenemos como Salvador nuestro a uno que continuamente
arroja una sombra en nuestro camino. No necesitamos estar en el lado de
los perdedores, porque él es nuestra suficiencia en todas las cosas. Lo que
necesitamos es la presencia de Jesucristo. Necesitamos que su verdad brille en
nuestros corazones y que permanezca en todas las acciones de nuestra vida.
Esto es lo que determinará si somos o no ramas de la vid verdadera. Si somos
sarmientos fructíferos, debemos esperar que el gran Hortelano nos pode para
que podamos llevar mucho fruto. Debe ser quitado todo lo que es inútil, todo
lo que pueda retrasar nuestro crecimiento en la vida cristiana.—
Manuscrito
37, 1908, pp. 1, 2
.
Cuando ocurre la purga, con frecuencia sentimos que el Señor está contra
nosotros. En lugar de esto, debiéramos mirarnos para ver si hay alguna cosa
que hemos dejado sin hacer o alguna cosa que necesitamos dar de nuestra
vida, antes de poder comparecer con rectitud delante de Dios. ...
Debemos ser ramas vivientes de la vid verdadera, y aferrarnos a nuestro
Redentor diariamente para poder llevar los frutos del carácter cristiano. ...
Cuando estemos dispuestos a practicar la abnegación y el sacrificio propio,
como Cristo lo practicó en su vida, entonces llevaremos frutos para la gloria
de Dios.—
Manuscrito 19, 1909
.
El Salvador se complace en ver que sus seguidores y colaboradores con
Dios reciben abundantemente todas las riquezas de la planta fructífera, y dan
generosamente, como obreros bajo sus órdenes. Cristo glorificó a su Padre
por el fruto que llevó, y las vidas de sus verdaderos seguidores producirán el
mismo resultado. Recibiendo e impartiendo, sus obreros producirán mucho
fruto.—
Carta 42, 1900
.
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