Página 170 - Nuestra Elevada Vocacion (1962)

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Cuidaos del corazón endurecido, 3 de junio
Porque él es nuestro Dios; nosotros el pueblo de su dehesa, y ovejas de
su mano. Si hoy oyereis su voz, no endurezcáis vuestro corazón como en
Meriba, como en el día de Masa en el desierto.
Salmos 95:7, 8
.
Ningún hombre puede dedicar, aunque sea una sola vez, las facultades que
Dios le ha dado al servicio del mundo o del orgullo sin colocarse en el terreno
del enemigo. Cada repetición del pecado debilita su poder de resistencia,
enceguece sus ojos y anubla la convicción. ...
El Señor nos envía advertencias, consejos y reproches, para que tengamos
oportunidad de corregir nuestros errores antes de que se conviertan en una
segunda naturaleza. Pero si rehusamos ser corregidos, Dios no interviene para
contrarrestar las tendencias de nuestra propia conducta. El no obra un milagro
para que no brote y produzca fruto la semilla sembrada. Aquel hombre que
se muestra temerariamente infiel o que manifiesta una impasible indiferencia
ante la verdad divina, no está más que recogiendo la cosecha que él mismo
ha sembrado. Tal ha sido la experiencia de muchos. Escuchan con estoica
indiferencia las verdades que una vez conmovieron sus almas. Sembraron
descuido, indiferencia y resistencia a la verdad; y tal es la cosecha que ahora
realizan. La frialdad del hielo, la dureza del hierro, la naturaleza impenetrable e
inimpresionable de la roca, todo esto encuentra una equivalencia en el carácter
de muchos cristianos profesos. Así fué como el Señor endureció el corazón de
Faraón. Dios habló al rey egipcio por boca de Moisés, dándole las evidencias
más notables del poder divino; pero el monarca tercamente rehusó la luz que
lo hubiera conducido al arrepentimiento. Dios no envió un poder sobrenatural
para endurecer el corazón del rey rebelde, pero, como Faraón resistió a la
verdad, el Espíritu Santo se retiró, y quedó en las tinieblas y la incredulidad
que había elegido.
Los hombres se separan de Dios al rehusar la influencia del Espíritu. El no
tiene en reserva agentes más poderosos para iluminar sus mentes. Ninguna
revelación de su voluntad puede alcanzarlos en su incredulidad.—
The Review
and Herald, 20 de junio de 1882
.
Una fidelidad inquebrantable a los principios ha de señalar la conducta de
aquellos que se sientan a los pies de Jesús y aprenden de él (
Ibid
.).
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