Página 20 - Nuestra Elevada Vocacion (1962)

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Hijos del rey celestial, 11 de enero
Mirad cuál amor nos ha dado el Padre, que seamos llamados hijos de
Dios: por esto el mundo no nos conoce, porque no le conoce a él.
1 Juan
3:1
.
Que nadie piense que se está rebajando al convertirse en hijo de Dios. Fué
el Hijo unigénito de Dios quien se rebajó. ... Abandonando su esplendor, su
majestad, su alto mando, y vistiendo su divinidad con humanidad, para que
la humanidad puediera tocar a la humanidad, y la divinidad se aferrara a la
divinidad, él vino a esta tierra, y en nuestro beneficio sufrió la muerte de la
cruz. ...
Cristo ha hecho un sacrificio infinito. El dió su propia vida por nosotros. El
tomó sobre su alma divina los resultados de la transgresión de la ley de Dios.
Dejando de lado su corona real, condescendió a descender paso a paso hasta
el nivel de la humanidad caída. El pendió de la cruz del Calvario, muriendo
por nosotros, para que nosotros pudiéramos tener vida eterna. ... ¿Parece
una cosa muy pequeña que él haya tenido que soportar todo esto, para que
nosotros pudiéramos ser llamados hijos de Dios? ¿Le parece a Ud. una cosa
muy pequeña llegar a ser miembro de la familia real, hijo del Rey celestial,
participante de la herencia inmortal?—
The General Conference Bulletin, 23
de abril de 1901, pp. 422
.
Es tal la infinita bondad de Dios, que a través de los méritos de Cristo
Jesús, él no sólo se compadece sino que nos perdona y justifica, y mediante
la justicia de Cristo nos imputa justicia a nosotros, y nos exalta y ennoblece
haciéndonos hijos de su adopción. Nos convertimos en miembros de la familia
real, en hijos de su adopción. El eleva a los hombres y a las mujeres de su
degradación, y los exalta hasta la justicia. ...
El los llama joyas suyas, y un tesoro peculiar para él. Ellos son trofeos de
su gracia y poder, y de su grandeza y riqueza en gloria. Por lo tanto ellos no
se pertenecen a sí mismos, sino que han sido comprados por precio, y a través
del extraordinario oficio de la expiación de Cristo, han sido llevados a una
relación más cercana y sagrada con Cristo Jesús. Son llamados herencia suya,
hijos suyos, los miembros del cuerpo de Cristo, de su carne y de sus huesos;
sí, se unen al Señor por una relación más íntima con él.—
Carta 8, 1873, pp. 5
.
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