Página 203 - Nuestra Elevada Vocacion (1962)

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Nada es demasiado precioso para ofrecer a Dios, 4 de julio
Por fe ofreció Abrahán a Isaac cuando fué probado, y ofrecía al
unigénito el que había recibido las promesas.
Hebreos 11:17
.
La prueba de Abrahán fué la más severa que pudo recibir un ser humano.
Si hubiera fracasado, nunca habría sido considerado como el padre de los
fieles. ... La lección sirvió para que brillara a través de los siglos. Para que
aprendiéramos que no hay ninguna cosa demasiado preciosa para dársela a
Dios. Nos aseguramos la bendición celestial cuando consideramos todo don
como de propiedad del Señor, y para utilizarlo en su servicio. Devolvedle a
Dios las posesiones que se os han confiado y más se os confiará. Mantened
vuestras posesiones para vosotros mismos, y no recibiréis ninguna recompensa
en esta vida y perderéis la recompensa de la vida venidera. ...
Hay muchos que no han hecho una entrega sin reservas de sí mismos a
Dios. No tienen una idea correcta del sacrificio infinito que Dios hizo para
salvar a un mundo arruinado. Si Dios les hablara, como lo hizo a Abrahán, no
estarían suficientemente familiarizados con su voz para saber que él los estaba
llamando a realizar un sacrificio, a fin de probar la profundidad de su amor y
la sinceridad de su fe. La plaga del egoísmo es tan contagiosa como la lepra.
Aquellos que han de entrar en las cortes celestiales deben ser purificados de
todo indicio de esta plaga. ...
El Señor tiene una gran obra para que hagamos, y él nos invita a contem-
plarlo, a confiar en él, a andar con él, y a conversar con él. El nos invita a
realizarle una entrega sin reservas de todo lo que tenemos y de todo lo que
somos, para que cuando nos llame a sacrificarnos por él, estemos listos y
dispuestos a obedecer. Gozaremos de la plenitud de la gracia divina única-
mente cuando le entreguemos todo a Cristo. Conoceremos el significado de
la verdadera felicidad únicamente cuando mantengamos el fuego ardiendo
en el altar del sacrificio. Dios recompensará en el futuro a aquellos que han
hecho el máximo en el presente. ... El nos prueba cada día, bajo diferentes
circunstancias; y elogia a sus obreros en cada esfuerzo sincero que éstos
realizan, no porque sean perfectos, sino porque están deseosos de trabajar
desinteresadamente para él, y porque ven que mediante la relación con él
pueden obtener perfección.—
The Youth’s Instructor, 6 de junio de 1901
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