Página 210 - Nuestra Elevada Vocacion (1962)

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La mano misericordiosa de Dios, 11 de julio
Bienaventurados los misericordiosos: porque ellos alcanzarán
misericordia.
Mateo 5:7
.
Sed misericordiosos como vuestro Padre que está en los cielos es mise-
ricordioso. Pensad en el gran don que Dios os ha dado. ... Dios os ha dado
una prueba de su amor que desafía todo cálculo. No tenemos ningún medio
para medirlo, ninguna norma para compararlo. Dios os invita a manifestar
vuestra gratitud en términos de dones y ofrendas. El pide que seáis su mano
misericordiosa y ayudadora. ¿Podéis rehusar responder al pedido de Aquel
que ha hecho tanto por vosotros?
Cristo lloró ante la vista del mal. Que su ternura invada vuestros corazones.
Practicad la abnegación a fin de tener con qué aliviar el sufrimiento de los
hijos de Dios.—
The Review and Herald, 18 de abril de 1912
.
El Señor vió que era indispensable que viviéramos rodeados por los pobres,
quienes en su desvalidez y necesidad recurrirían a nuestro ministerio. Serían
una ayuda para nosotros en la perfección del carácter cristiano, porque al
proporcionar alimento para sus mesas y vestido para sus cuerpos, estaríamos
cultivando los atributos del carácter de Cristo. Si no tuviéramos pobres con
nosotros perderíamos mucho, porque a fin de perfeccionar el carácter cristiano
necesitamos negarnos a nosotros mismos.—
The Review and Herald, 15 de
octubre de 1895, pp. 658
.
Cristo mismo, el Señor de gloria, estuvo en la tierra como hombre de
aflicción, y aquejado por el pesar. Conoció el significado de la necesidad y
la privación. Cuando niño, sujeto a la pobreza, practicó los principios de la
abnegación. Vino para ayudar a la humanidad caída y en necesidad. Y él
espera que sus seguidores, a quienes ha confiado sus recursos, rechacen sus
propias supuestas necesidades y sean liberales en aliviar las necesidades de
los demás.—
Manuscrito 101, 1906, pp. 8
.
Cuando gastéis vuestro dinero, pensad en lo que Jesús habría hecho en
vuestro lugar. El llama a sus seguidores para que caminen en sus huellas de
abnegación y sacrificio propio. El carácter del cristiano debe ser una repro-
ducción del carácter de Cristo. El mismo amor, la misma gracia, la misma
abnegada benevolencia vistas en su vida, han de caracterizar las vidas de sus
seguidores.—
The Review and Herald, 18 de abril de 1912
.
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