Página 224 - Nuestra Elevada Vocacion (1962)

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El poder santificador de la verdad, 25 de julio
Santifícalos en tu verdad: tu palabra es verdad.
Juan 17:17
.
¿Qué es la santificación? Consiste en entregarse a sí mismo plenamente y
sin reservas—alma, cuerpo y espíritu—a Dios, para obrar con justicia, para
amar la misericordia, y para caminar humildemente con Dios. Para conocer
y para realizar la voluntad de Dios sin tomar en cuenta el yo, o los intereses
personales; para tener una mente orientada hacia el cielo, pura, desinteresada,
santa y sin mancha.—
Manuscrito 65, 1886, pp. 12, 13
.
Es mediante la verdad, por el poder del Espíritu Santo, que somos santifi-
cados, transformados a la semejanza de Cristo. Y para que este cambio pueda
realizarse en nosotros, debe haber una aceptación de la verdad, incondicional
y sincera, una entrega sin reservas del alma a su poder transformador.
Nuestros caracteres están por naturaleza torcidos y pervertidos. Por falta de
un desarrollo debido carecen de simetría. Con algunas cualidades excelentes
están unidos rasgos objetables, y debido a la larga indulgencia las tendencias
indeseables se hacen una segunda naturaleza, y muchas personas se aferran
tenazmente a sus peculiaridades. Aun después de profesar aceptar la verdad,
de entregarse a Cristo, los mismos hábitos los complacen, manifiestan la
misma estima del yo, mantienen las mismas falsas nociones. Aunque los tales
pretenden estar convertidos, es evidente que no se han entregado a sí mismos
al poder transformador de la verdad. ...
Si aquel que de esta manera representa tan mal a Cristo pudiera saber el
daño que ha estado causando debido a su falta de carácter la cual ha excusado
y fomentado, se llenaría de horror. ...
Que nadie piense que su conducta no necesita un cambio. ... Nadie puede
andar con seguridad a menos que desconfíe del yo, y que esté constantemente
contemplando la Palabra de Dios, estudiándola con el corazón dispuesto a ver
sus propios errores y a conocer la voluntad de Cristo, y orando para que se
haga en ellos, por ellos y mediante ellos. Muestran que su confianza no está
en sí mismos, sino en Cristo. Tienen la verdad como un tesoro sagrado, capaz
de santificar y refinar, y constantemente procuran poner su conducta y sus
palabras en armonía con sus principios.—
The Review and Herald, 12 de abril
de 1892
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