Página 247 - Nuestra Elevada Vocacion (1962)

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Venciendo la envidia y los celos, 16 de agosto
No seamos codiciosos de vana gloria, irritando los unos a los otros,
envidiándose los unos a los otros.
Gálatas 5:26
.
La envidia y los celos son enfermedades que alteran todas las facultades
del ser. Se originaron con Satanás en el paraíso. ... Aquellos que escuchan
su voz, rebajarán a otros, y los desfigurarán y falsificarán a fin de hacerse la
propaganda a sí mismos. Pero ninguna cosa que contamina puede entrar en
el cielo; a menos que aquellos que fomenten este espíritu sean cambiados,
nunca podrán entrar allí, porque criticarían a los mismos ángeles. Envidiarían
la corona de otro. No sabrían de qué hablar, a menos que pudieran traer a
consideración los errores y las imperfecciones de los demás.
¡Ojalá que los tales puedan ser transformados contemplando a Cristo!
¡Ojalá que lleguen a ser mansos y humildes aprendiendo de él! Ellos podrían
salir, no como misioneros de Satanás, para causar desunión y alejamiento,
para quebrantar y mutilar el carácter, sino como misioneros de Cristo, para
ser pacificadores y restaurar. Dejad que el Espíritu Santo entre y expulse esta
pasión no santificada, que no puede sobrevivir en el cielo. Dejad que muera;
dejad que sea crucificada. Abrid el corazón a los atributos de Cristo, quien fué
santo, inocente y puro. ...
La Palabra de Dios exhorta: “Amandoos fraternalmente, misericordiosos,
amigables”.
1 Pedro 3:8
. El verdadero valor moral no busca hacer un lugar para
sí mismo causando y hablando el mal y despreciando a otros. Toda envidia,
todo celo, toda crítica, toda incredulidad, deben ser alejadas de los hijos de
Dios.—
The Review and Herald, 14 de septiembre de 1897, pp. 577
.
La Biblia está llena de instrucción que nos ordena manifestar ... amor,
paciencia y respeto en nuestro trato mutuo. El amor de Jesús en el alma nunca
conduce a la malicia y la envidia. La tierna planta del amor cristiano debe
cultivarse cuidadosamente. No crecerá a menos que sea cultivada.
El cielo toma nota de aquel que lleva consigo una atmósfera de paz y
amor. Tal persona recibirá su recompensa. Permanecerá en el gran día del
Señor.—
Manuscrito 26, 1886, pp. 4, 5
.
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