Página 246 - Nuestra Elevada Vocacion (1962)

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La crítica no es nuestra obra, 15 de agosto
No juzguéis, para que no seáis juzgados. Porque con el juicio con que
juzgáis, seréis juzgados; y con la medida con que medís, os volverán a
medir.
Mateo 7:1, 2
.
Nuestros cuerpos se forman de lo que comemos y bebemos; y el carácter de
nuestra experiencia espiritual depende de lo que nuestras mentes reciben como
alimento y asimilan. Muchos llegan a ser dispépticos religiosos por espaciarse
continuamente en los errores y los defectos de los demás. Aquellos que están
tan ocupados en disecar las palabras y los actos de otros, para descubrir todo lo
que es objetable, dejan de discernir las cosas buenas y agradables. No comen
el alimento apropiado para promover la vitalidad espiritual y la salud y el
crecimiento.—
Manuscrito 4a, 1893, pp. 2
.
El Señor no encuentra agrado con la gente que deja de criticar su propia
alma, y en lugar de ello, critica a los demás. Esta es la obra de Satanás.
Cuando hacéis esta obra, recordad que el enemigo os está utilizando como
un medio para tentar a otros, a fin de que aquellos que debieran estar unidos
en armonía y en gozo, edificándose unos a otros en la fe más santa, luchen y
se quejen a causa de los pecados que cometen otros. Cristo no os ha hecho
los portadores del pecado. Ni siquiera podéis llevar vuestros pecados, por lo
tanto debéis ser muy cuidadosos en no reprochar a vuestro vecino. Dios quiere
que su pueblo sea libre. ... ¿No recordaremos que mediante las palabras que
hablamos podemos herir o sanar? ¿No recordaremos que, así como juzgamos,
también seremos juzgados nosotros, los que posiblemente hemos tenido más
oportunidades que aquellos a quienes juzgamos?
Nuestros corazones deben enternecerse de amor recíproco. Debemos cri-
ticarnos a nosotros mismos con tanta severidad como nos guste. Aquel que
critica a otro da evidencia de que él es quien necesita criticarse a sí mismo.
Orad a Dios para que él os muestre qué cosa debéis quitar de vosotros para
que podáis ver el reino de Dios. ...
Hay una corona para el vencedor. ¿La queréis? ¿Queréis correr la carrera
de la paciencia? Entonces no busquéis alguna cosa para condenar en vuestro
prójimo, sino contemplad directamente a Jesucristo. Contemplad su pureza, y
quedaréis encantados y reflejaréis su semejanza. Esto es lo que Dios quiere
que hagamos.—
The General Conference Bulletin, 23 de abril de 1901, pp.
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