Página 245 - Nuestra Elevada Vocacion (1962)

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¿Para qué buscar los defectos? 14 de agosto
Nada hagáis por contienda o por vanagloria; antes bien en humildad,
estimándoos inferiores los unos a los otros.
Filipenses 2:3
.
¡Oh, cuán dura hacen muchos la vida cristiana! Suben por el camino
empinado y espinoso, vacilando bajo cargas impuestas, como si tuvieran
que remendar los caracteres de otros. ... No experimentan la dulce paz de
Cristo. No reciben la ayuda que Jesús les da, sino que continuamente se están
lamentando por las supuestas faltas de otros, y pasan por alto las gozosas y
benditas señales del bien que hay a todo lo largo de su camino.
Tan pronto como una persona obtiene una conciencia vivida y abarcante
de su propia responsabilidad personal delante de Dios, y de su deber hacia
sus semejantes, y siente que su influencia es amplia, que se extiende hacia la
eternidad, no quedará satisfecha con una norma baja, y no andará buscando
las faltas ni criticando a los demás. Hará de su propia vida lo que espera que
sea la vida de los demás. Vivirá únicamente en Cristo, dependiendo completa
y plenamente de él para obtener todo lo que hermosee el carácter.—
Carta 42a,
1878, pp. 1-3
.
Deberíamos extirpar de nuestros pensamientos toda queja y toda crítica. No
sigamos mirando los defectos que podamos ver. ... Si podemos mantenernos
al lado de Dios, debemos continuar contemplando las grandes y preciosas
cosas—la pureza, la gloria, el poder, la bondad, el afecto, el amor—, que Dios
derrama sobre nosotros. Y en esta contemplación, nuestras mentes se fijarán
tanto en estas cosas que implican intereses eternos, que no tendremos deseos
de encontrar los errores de los demás.—
Manuscrito 153, 1907, pp. 2
.
Pensad en el Señor Jesús, en sus méritos y en su amor, pero no tratéis
de buscar los defectos y espaciaros en los errores que han cometido otros.
Traed a vuestra mente las cosas que son dignas de vuestro reconocimiento
y de vuestra alabanza; y si tenéis facilidad para discernir los errores de los
demás, aseguraos todavía más de reconocer el bien y de alabar lo bueno. Si os
criticáis a vosotros mismos, podéis encontrar cosas tan objetables como las
que veis en los otros. Entonces trabajemos constantemente para fortalecernos
unos a otros en la fe más santa.—
Manuscrito 151, 1898, pp. 13
.
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