Página 251 - Nuestra Elevada Vocacion (1962)

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Una influencia irresistible, 20 de agosto
Vestíos pues, como escogidos de Dios, santos y amados, de entrañas de
misericordia, de benignidad, de humildad, de mansedumbre, de
tolerancia.
Colosenses 3:12
.
Las palabras bondadosas, las miradas agradables, el semblante gozoso,
arrojan un encanto alrededor del cristiano que hace que su influencia sea casi
irresistible. Esta es una manera de obtener respeto, y de extender la esfera
de la utilidad, lo cual cuesta poco. Es la religión de Cristo en el corazón la
que hace que las palabras que proceden de él sean suaves y la conducta sea
condescendiente, aun para aquellos que son de la condición más humilde.
Una persona jactanciosa, criticona y dominante no es un cristiano, porque ser
cristiano significa ser semejante a Cristo. ...
El que bebe en el espíritu de Cristo lo manifestará en sus palabras bondado-
sas, y lo expresará con su conducta cortés. El plan de salvación debe suavizar
todo lo que sea duro y áspero en el temperamento, y pulir toda rugosidad o
arista en las maneras. El cambio exterior dará testimonio de un cambio en
el interior. La verdad es lo que santifica, lo que refina. Cuando se la recibe
en el corazón obra con un poder oculto, transformando al que la recibe. Pero
aquellos que profesan la verdad y que al mismo tiempo son ásperos, huraños
y faltos de bondad en sus palabras y comportamiento, no han aprendido de
Jesús; todas estas manifestaciones demuestran que todavía son siervos del
maligno. Ningún hombre puede ser un cristiano sin tener el espíritu de Cristo,
sin manifestar su humildad, suavidad y refinamiento en las maneras. ...
Los cristianos agradables, bondadosos y bien educados tendrán una in-
fluencia que conduzca hacia Dios y su verdad; no puede ser de otra manera.
La luz obtenida en el cielo derramará sus brillantes rayos a través de ellos
hacia el camino de los demás. ... Las palabras que hablamos, nuestra conducta
diaria, son el fruto que crece sobre el árbol. Si el fruto es agrio y desagradable,
las raíces de ese árbol no están obteniendo alimento de una fuente pura. Si
nuestros afectos son puestos en armonía con nuestro Salvador, si nuestros
caracteres son mansos y humildes, evidenciamos que nuestra vida está oculta
con Cristo en Dios, y dejaremos tras nosotros una huella brillante. ... Quienes
nos observen se darán cuenta de que hemos estado con Jesús y aprendido de
él.—
The Review and Herald, 1 de septiembre de 1885
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