Página 253 - Nuestra Elevada Vocacion (1962)

Basic HTML Version

“No se irrita”, 22 de agosto
La caridad es sufrida, es benigna; la caridad no tiene envidia, la caridad
no hace sinrazón, no se ensancha; no es injuriosa, no busca lo suyo, no
se irrita, no piensa el mal.
1 Corintios 13:4, 5
.
Muchas personas tienen una sensibilidad aguda y no santificada que las
mantiene constantemente alerta en busca de alguna palabra, alguna mirada,
alguna acción que puedan considerar como una falta de respeto y aprecio. Todo
esto debe vencerse. Cada uno debe proseguir adelante en el temor de Dios,
haciendo lo mejor que pueda, sin ser perturbado por la alabanza ni ofendido por
la censura, sirviendo a Dios fervientemente, y aprendiendo a interpretar en la
forma más favorable todo lo que en los demás parezca ofensivo.—
Manuscrito
24, 1887, pp. 18
.
Debemos esperar que circulen informes falsos acerca de nosotros; pero
si seguimos una conducta correcta, si permanecemos indiferentes a estas
cosas, los demás también serán indiferentes. Dejemos a Dios el cuidado de
nuestra reputación. ... Por nuestra manera de vivir podemos lograr que se
borre la calumnia; no la haremos desaparecer con ayuda de expresiones de
indignación. Que nuestra gran ansiedad sea obrar en el temor de Dios, y
demostrar mediante nuestra conducta que esos informes son falsos. Nadie
puede dañar tanto nuestro carácter como nosotros mismos. Los árboles débiles
y las casas ruinosas son los que necesitan ser constantemente apuntalados.
Cuando nos mostramos muy ansiosos de proteger nuestra reputación contra
los ataques que vienen del exterior, causamos la impresión de que no está
sin culpa delante de Dios, y que por lo tanto necesita ser constantemente
apoyada.—
Manuscrito 24, 1887, pp. 18
.
No beneficia a aquellos de quienes Jesús tiene tantas cosas que soportar,
en sus defectos y perversidad, estar siempre preocupados de los desaires y de
las ofensas reales o imaginarios. El corazón que está lleno de ese amor y no
piensa el mal, no andará procurando descubrir descortesías y ofensas de las
cuales pueda ser el objeto. La voluntad de Dios es que su amor cierre los ojos,
los oídos y el corazón a todas las provocaciones y a todas las sugestiones con
las cuales Satanás quiere llenarlos. Hay una noble majestad en el silencio de
aquel que es expuesto a las malas conjeturas o al ultraje. Ser el amo del espíritu
de uno mismo es ser más fuerte que reyes o conquistadores.—
Manuscrito 24,
1887, pp. 24, 25
.
[243]
249