Página 255 - Nuestra Elevada Vocacion (1962)

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El secreto del contentamiento, 24 de agosto
Empero grande granjería es la piedad con contentamiento.
1 Timoteo
6:6
.
La religión pura proporciona paz, felicidad, contento; la piedad es prove-
chosa para esta vida y la vida venidera.—
Carta 1b, 1873
.
Esa inquietud y descontento que termina en enojo y queja es pecaminosa;
pero el descontento con uno mismo que induce a un esfuerzo más ferviente
para lograr un aprovechamiento de la mente, para alcanzar un campo más
amplio de utilidad es digno de alabanza. Este descontento no termina en
disgusto, sino en la reunión de fuerza para alcanzar un campo más extenso y
elevado de utilidad. Estad siempre equilibrados únicamente por un principio
religioso firme y una conciencia sensible, teniendo siempre el temor de Dios
ante vosotros, y ciertamente prosperaréis en vuestra preparación para una vida
de utilidad.—
Carta 16, 1872
.
Deberíamos vivir para el mundo venidero. Es tan desagradable vivir una
vida al azar y sin un blanco definido. Queremos tener un objeto en la vida—
vivir para un propósito. Dios nos ayude a todos a ser abnegados, menos
preocupados de nosotros mismos, más olvidadizos del yo y de los intereses
egoístas; y para hacer el bien, no por el honor que esperamos recibir aquí, sino
porque ése es el objeto de nuestra vida y dará una respuesta al fin de nuestra
existencia. Que nuestra oración diaria se eleve hacia Dios para que nos prive
de nuestro egoísmo. ...
He visto que todos aquellos que viven con un propósito, buscando bene-
ficiar y bendecir a sus congéneres, y honrar y glorificar a su Redentor, son
las personas que verdaderamente viven felices en la tierra, mientras que el
hombre que es inquieto, que está descontento, y que busca esto y prueba aque-
llo, esperando encontrar felicidad, siempre se está quejando de desengaño.
Siempre está en necesidad, nunca está satisfecho, porque vive únicamente
para él mismo. Que vuestro blanco sea hacer el bien, realizar vuestra parte
fielmente en la vida.—
Carta 17, 1872
.
Estad ansiosos y deseosos de crecer en la gracia, buscando una compren-
sión más clara e inteligente de la voluntad de Dios respecto de vosotros,
esforzándoos fervientemente para alcanzar la meta del premio que está delante
de vosotros. Únicamente la perfección cristiana obtendrá el ropaje inmaculado
del carácter que os capacitará para permanecer ante el trono de Dios entre
la hueste lavada por la sangre, llevando la palma de la victoria duradera y el
triunfo eterno.—
Carta 16, 1872
.
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