Página 264 - Nuestra Elevada Vocacion (1962)

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Señales de nuestro hogar celestial, 1 de septiembre
Tú, oh Jehová, eres solo; tú hiciste los cielos, y los cielos de los cielos, y
toda su milicia, la tierra y todo lo que está en ella, los mares y todo lo
que hay en ellos; y tú vivificas todas estas cosas, y los ejércitos de los
cielos te adoran.
Nehemías 9:6
.
Hay hermosura en la pavorosa grandeza del valle, en las solemnes y
macizas rocas agrietadas; hay majestad en las montañas que parecen tocar el
cielo. Ahí están los elevados árboles con sus hojas delicadamente formadas;
las briznas de hierba, el capullo que comienza a abrir y las flores abiertas, los
árboles del bosque, todos los seres vivientes. Todos orientan la mente hacia el.
Dios grande y viviente. Cada facultad de nuestro ser testifica de que hay un
Dios vivo, y podemos aprender del abierto libro de la naturaleza las lecciones
más preciosas respecto del Señor del cielo.
En este estudio la mente se expande, se eleva y se torna anhelosa de cono-
cer más acerca de Dios y de su majestad. En nuestro corazón se despiertan
sentimientos no sólo de reverencia y pavor, sino de amor, de fe, de confianza
y de completa dependencia de Aquel que es el dador de todo bien. Y cuando
contemplo sus maravillosas obras y veo las evidencias de su poder, instantá-
neamente pregunto: “¿Qué es el hombre, para que tengas de él memoria, y el
hijo del hombre que lo visites?”.
Salmos 8:4
.
Toda la grandeza y la gloria de estas maravillosas cosas que hay en la casa
de Dios pueden apreciarse tal como son, en la mente asociada con Dios y en
el futuro hogar que él está preparando para aquellos que le aman. ... Mientras
hablamos abundantemente de otros países, ¿por qué hemos de ser reticentes
respecto del país celestial y de las casas que no son edificadas con mano, que
están en los cielos? Este país celestial es de más importancia para nosotros
que cualquier otro país del globo, por lo tanto deberíamos pensar y hablar de
este país celestial. ¿Y por qué no habríamos de conversar más sinceramente,
y con nuestra mente orientada por lo celestial, acerca de los dones de Dios
manifestados en la naturaleza? ... Estas cosas han de mantener a Dios en
nuestro recuerdo, elevar nuestros corazones de las cosas sensuales, y atarlos
con vínculos de amor y de gratitud hacia nuestro Creador.—
Manuscrito 62,
1886
.
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