Página 272 - Nuestra Elevada Vocacion (1962)

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Vigilad vuestra amistad, 9 de septiembre
Por lo cual, salid de en medio de ellos, y apartaos, dice el Señor, y no
toquéis lo inmundo; y yo os recibiré.
2 Corintios 6:17
.
El verdadero cristiano no elegirá la compañía de los inconversos. Si Cristo
se ha formado adentro, como la esperanza de gloria, no podemos gozar de la
atmósfera espiritual insana que rodea las almas de los irreligiosos. ...
Vuestras amistades que son totalmente adversas a las cosas espirituales
no están refinadas, ennoblecidas, y elevadas por la práctica de la verdad. No
están bajo la dirección de Cristo, sino bajo la bandera negra del príncipe
de las tinieblas. El asociaros con aquellos que no temen ni aman a Dios, a
menos que vuestra asociación tenga el propósito de ganarlos para Jesús, será
perjudicial para vuestra espiritualidad. Si no podéis elevarlos, su influencia
obrará sobre vosotros para corromper y manchar vuestra fe. Es correcto que los
tratéis bondadosamente, pero no es bueno para vosotros que améis y elijáis su
compañerismo, porque si elegís la atmósfera que rodea sus almas, rechazaréis
el compañerismo de Jesús. Por todos los medios que estén a vuestro alcance
procurad reprimir el pecado; pero nunca, ni por un momento, aprobéis el
pecado mediante vuestras obras, vuestras palabras, vuestro silencio o vuestra
presencia. Cada vez que el pecado es aprobado por un profeso seguidor de
Cristo, su sentido del pecado se debilita, y de esa manera su juicio se pervierte.
...
El Señor Jesús no puede proteger a ninguna alma que se coloca a sí misma
en el terreno del enemigo y se rodea de la sociedad de aquellos que prefieren
tal conversación y conducta que son ofensivas para el Dios que él reverencia y
ama. ...
Allegaos a aquellos que tendrán una tendencia elevadora, cuyas almas
están rodeadas por una atmósfera pura y santa. ... Dios estará más cerca de
vuestro corazón, más en vuestros pensamientos, porque os habréis separado
del mundo y de las influencias que os habrían alejado de la verdad, y estaréis
menos rodeados de las trampas de Satanás.—
Carta 51, 1894
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